Uribe Fernando ,
Recensione: MARIA TERESA DOLSO, Et sint Minores. Modelli di vocazione e reclutamento dei frati Minori nel primo secolo francescano,
in
Antonianum, 77/1 (2002) p. 183-187
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Sommario in spagnolo:
El tema central de este libro se encuentra expresado en el subtítulo, o sea los modelos de vocación y de “reclutamiento” de los nuevos hermanos que llegan a la Orden de los Menores, a la luz de los más importantes documentos del primer siglo franciscano.
Una primera lectura del subtítulo podría inducir a pensar que la obra trata sobre lo que hoy se suele llamar “la pastoral de las vocaciones” y que, por lo mismo, se ocupa de los procesos y de los métodos empleados durante el primer siglo franciscano en el reclutamiento vocacional. Aunque también estos datos aparecen de forma indirecta a lo largo de la investigación, el estudio pretende demostrar que los diversos modelos de reclutamiento que se encuentran en los primitivos documentos, ofrecen una especie de pista para detectar la progresiva transformación de la Orden durante su primer siglo de existencia. Esta hipótesis de trabajo busca encontrar en las tensiones que se dieron con motivo de la diversa interpretación del ideal primitivo y en los contrastes por la adaptación del mismo a las nuevas situaciones históricas, los indicios más claros de dicha transformación. El trabajo se coloca, por tanto, en el ámbito de la investigación histórica.
A pesar de que el terminus ad quem del período estudiado son los acontecimientos que marcaron la escisión de los Espirituales durante el pontificado de Juan XXII, casi cien años después de la muerte del fundador de los Menores, los documentos seleccionados para esta investigación abarcan en algunos casos un tiempo mayor, como ocurre con la Chronica XXIV Generalium, escrita en la segunda mitad de siglo XIV, si bien es cierto que de ella han sido tomados solamente los datos que se refieren al período elegido. Los documentos son numerosos y pertenecen a géneros literarios muy diversos. En efecto, junto a textos de carácter normativo, como son los apartes estudiados de las dos versiones de la Regla, fueron tomados en consideración documentos de otra índole, como algunos fragmentos del Testamento de san Francisco, los capítulos de varios Comentarios (expositiones) de la Regla de los Hermanos Menores relacionados con el tema, diversos pasajes de las fuentes hagiográficas dedicadas a Francisco, varias fuentes del mismo tipo sobre otros santos y beatos (santos “menores”) del primer siglo franciscano, las más importantes Crónicas y una muestra bastante representativa de pasajes extraídos de los Libri exemplorum y de los Sermones universitarios. Como lo recuerda la autora en diversas ocasiones, ella se sirvió sólo de fuentes editadas. Un elemento que une el material empleado en esta investigación, es que en su conjunto fue producido al interior de la Orden, aunque los documentos no necesariamente tenían como destinatarios en forma exclusiva a los frailes menores.
Teniendo en cuenta la naturaleza del material analizado y siguiendo el método de los “bloques” temáticos, el estudio del reclutamiento es hecho desde cinco puntos de vista, los cuales dan origen a los cinco capítulos en que está dividida la obra. El primero está dedicado a las normas sobre el ingreso, las cuales son analizadas a la luz de los escritos de Francisco (en especial las dos redacciones de la Regla y el Testamento) y de los más importantes comentarios de la Regla. El segundo capítulo analiza la llegada a la Fraternidad de los primeros compañeros de Francisco en los relatos de Tomás de Celano (Vidas prima y secunda), Buenaventura, el Anónimo de Perusa, la Leyenda de los Tres compañeros y la Compilación de Asís, que la autora llama Leyenda Perusina. El tercero es dedicado en su totalidad al ingreso de los Magistri tal como lo narran las Crónicas, incluyendo la Chronica XXIV generalium. El capítulo cuarto estudia lo que la autora llama “los nuevos modelos de ingreso” es decir, los que proceden de las hagiografías de Antonio de Padua, Luis de Angiou y de otros frailes que murieron en olor de santidad, los llamados “santos menores”, entre los cuales figura fray Gil de Asís y de los quienes quedó una documentación hagiográfica interesante. El quinto capítulo toma como material de análisis los Libri exemplorum y los Sermones universitarios; en este grupo de documentos la autora ve las nuevas formas de reclutamiento como una invitación a la conversión. Con el capítulo quinto se termina la obra, sin una conclusión general, tal vez para significar que la investigación sigue abierta; lo cierto es que con ello se confirma el carácter descriptivo del trabajo realizado.
La lista bibliográfica, bastante abundante, trae sólo las obras citadas a lo largo de estudio; su dimensión es apenas una consecuencia de la vastedad que de suyo tiene el ámbito de la investigación escogido por la autora; con todo, se reduce a las obras más importantes. El índice onomástico (personas y lugares) completa y hace cómoda la consulta del libro.
Estamos ante un trabajo minucioso, paciente, preciso y bien conducido desde el punto de vista metodológico. No obstante la magnitud y la diversidad del material estudiado, Maria Teresa Dolso logra mantenerse dentro de los parámetros de lectura establecidos para toda la obra y para cada capítulo. Haciendo gala de una buena capacidad de análisis, la autora desvela los secretos que se esconden en los textos y reconstruye a partir de ellos el proceso de crecimiento, no siempre lineal, de una historia que de todos modos es apasionante.
Otro mérito de esta obra es que en gran parte se ocupa de fuentes relativamente poco estudiadas hasta ahora, a partir de las cuales la autora reconstruye algunas dimensiones del panorama histórico del primer siglo franciscano, haciéndolo más completo y comprensible. En ella se recuperan nombres de muchos personajes que dieron vida a la Orden y se recrean acontecimientos que con frecuencia son ignorados, pero que de todas maneras forman parte del tejido de la historia. Son vacíos que sólo se logran colmar con trabajos de esta naturaleza y que difícilmente pueden ser abordados con la suficiente profundidad en obras de síntesis, como son los manuales de historia, aunque sean dedicados en forma específica a la presentación sistemática del mismo período histórico como ocurre, para poner un ejemplo, con el conocido estudio de Gratien de Paris.
En la carátula del libro aparece sólo el título “Et sint minores” pero, en verdad, el trabajo se identifica mejor por el subtítulo de la página 3. La expresión latina escogida para el título se acomoda a una moda que se ha introducido en las últimas décadas, pero en este caso no parece ser un elección acertada, pues no tiene nada que ver con el tema central de la obra. En efecto, la frase, que en su versión original no comienza con la copulativa et sino con la adversativa sed (sed sint minores), forma parte del capítulo 7,2 de la Regla no bulada, donde se dan las normas sobre la manera como los hermanos deben servir y trabajar; después de las orientaciones para realizar esta actividad en casas de otros, Francisco establece el criterio fundamental que debe guiarlos haciéndoles la siguiente advertencia: “pero sean menores”. En su origen, por tanto, la frase no evoca las normas que se encuentran en el capítulo 2 de ambas Reglas sobre “el reclutamiento” (tanto la RegNB como la RegB prefieren el verbo accipere) de los nuevos hermanos. Sed sint minores podría ser, por tanto, un buen título para un tratado sobre la minoridad, pero no para un estudio sobre la historia de la “aceptación” de los nuevos hermanos durante el primer siglo franciscano.
Las siglas adoptadas por la autora parecen guiarse por el criterio de una excesiva economía, que aunque facilita el trabajo para quien escribe, crea dificultades a quien lee. Algunas de ellas se salen totalmente del modo común de identificar las fuentes franciscanas, como por ejemplo 3S = Legenda Trium Sociorum; otras crean un poco de confusión, como Juliana, empleada tanto para el Oficio rítmico como para la Vita secunda de Julián de Spira, mientras VsF es usada para otra Vita escrita por el mismo Julián; en el mismo orden de confusión entran las siglas Raymundina y Rigaldina, ambas válidas a la vez para las Vidas “Raymundina” y “Rigaldiana”. Para la 1Celano prefiere VbF (Vita beati Francisci), pero en otros casos en vez de V usa la palabra completa Vita y la b es usada también para bullata. El uso de Mem para designar la 2Celano tiene la intención de rescatar el título verdadero de la obra, pero crea también un poco de confusión. Convendría que los franciscanólogos llegaran a un mínimo de acuerdo en algunos aspectos metodológicos (siglas, división interna de las fuentes, títulos de algunas obras u opúsculos) a fin de evitar la anarquía existente y, sobre todo, favorecer los intereses de los lectores.
Quizás el aspecto más discutible de este trabajo es el criterio fijado por la autora de limitarse en los reenvíos bibliográficos a las obras más recientes y a las que usó de manera más frecuente (p. 22). Creo que un trabajo de esta naturaleza y envergadura no puede quedarse en una selección de este tipo, sobre todo cuando se deben tratar ciertos problemas, en los que, por lo menos, conviene informar honestamente al lector que existen estudios más amplios y que en determinados casos hay otros puntos de vista. De otra suerte podría aparecer una selección sesgada de la bibliografía, según la conveniencia interpretativa. Tal es la impresión que se tiene al menos en algunos casos, como por ejemplo, cuando son examinados los escritos de Francisco, para cuya interpretación la autora se sirve de un grupo de estudios que sin duda son respetables, pero que se mueven dentro de determinados parámetros; faltan opiniones diversas o, al menos, avisar al lector que existen otros puntos de vista. Hay autores que no pueden ser ignorados en un trabajo de esta naturaleza, porque han dado una contribución innegable en el campo de la crítica y de la interpretación. Me limito a algunas constataciones. Es lamentable, por ejemplo, que nombres como los de Kajetan Esser o Engelbert Grau hayan sido ignorados por completo en las referencias bibliográficas. ¿Cómo desconocer a Michael Bihl cuando se hace referencia a la obra hagiográfica de Tomás de Celano en un estudio de esta categoría? ¿Cómo no hacer una mínima referencia a la contribución de Lorenzo Di Fonzo a los estudios sobre el Anonymus Perusinus? En este mismo campo, Pierre Beguin es apenas citado.
La autora ha hecho algunas opciones que pertenecen al campo de las cuestiones discutidas; menciono algunas a manera de ilustración, sin la intención de ser exhaustivo. Llama la atención que al hacer referencia al Manuscrito Isidoriano cuando trata sobre la intentio Regulae o Francisci, a pesar de citar el trabajo de Edith Pásztor, no tiene en cuenta sus conclusiones sobre el particular. De igual manera asume la condición “laical” de Francisco como una verdad apodíctica, sin abrir ningún espacio a la duda. Se guía por la distinción entre Leyendas “oficiales” y “no oficiales” que a la postre resulta condicionante en sus análisis. La autora considera sin asomos críticos que la Legenda Perusina contiene los Scripta Leonis y afirma que esta compilación fue compuesta “una ventina” de años después de la muerte de Francisco (pp. 173 y 186). En otros casos ha hecho opciones felices, como la de colocar la fecha de composición del Anonymus Perusinus y de la Trium Sociorum entre los años 1240 y 1246. Tanto en éste como en los otros casos, al tratar sobre asuntos todavía discutidos - aunque en proporciones diversas - y precisamente por eso, sería necesario justificar las opciones hechas, así como lo ha sabido hacer en otros puntos como, por ejemplo, la paternidad de las Determinationes quaestionum circa Regulam fratrum Minorum.
Las precedentes observaciones son una manifestación del interés que me ha merecido el presente trabajo. Lejos de pretender restarle valor, quieren expresar el deseo de cualificar aun más las obras que, como ésta, hayan de producirse posteriormente. No cabe duda de que con éste, su primer libro, la joven estudiosa Maria Teresa Dolso ha demostrado poseer capacidades excepcionales para la investigación histórica; al expresarle mis felicitaciones por la obra realizada, le deseo muchos éxitos en su trabajo futuro.
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