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Informazione sulla pubblicazione:
Libri nostri: STEFANO M. CECCHIN, Maria Signora Santa e Immacolata nel pensiero francescano. Per una storia del contributo francescano alla mariologia

 
 
 
Foto Calvo Gaspar , Libri nostri: STEFANO M. CECCHIN, Maria Signora Santa e Immacolata nel pensiero francescano. Per una storia del contributo francescano alla mariologia , in Antonianum, 77/2 (2002) p. 394-397 .
Sommario in spagnolo:

El título de la obra que se presenta, lleno de resonancias sanfranciscanas, tiene que considerarse como el de un verdadero resumen, el de un manual de Historia de la mariología franciscana, aunque su A. lo considere tan sólo como una aportación para su estudio. Una aportación, hay que añadir, ciertamente valiosa. En sus páginas se recoge con abundancia esa rica contribución franciscana a la mariología, que, a lo largo de los siglos se ofrece; y que, para muchos, lamentablemente,  ha sido hasta ahora una perfecta desconocida. Sea, por tanto, bienvenido este primer manual de la historia de la mariología franciscana, con el que su Autor se presenta ya como experto conocedor de los caminos que, con pie firme, por vez primera transita.

La obra pone en nuestras manos el rico tesoro de la aportación franciscana, a lo largo de los siglos,  para el mejor conocimiento de la bendita Madre del Señor  y la promoción de su culto.  La falta de un manual  semejante, era una necesidad largo tiempo sentida y ahora ampliamente satisfecha. Su difusión entre los hermanos y hermanas de la gran familia franciscana será un medio de renovación por el propio conocimiento de este aspecto de nuestra común historia. Y para los estudiosos de la teología, una visión enriquecedora del pensamiento cristiano,  en el que el sentir franciscano no ha dejado de influir con fuerza.

Desde las enseñanzas de Francisco de Asís sobre la ‘pobrecilla Madre’, el ejemplo de Clara y de sus hijas, identificadas con el magisterio del Padre Seráfico, y que en el seguimiento de Cristo siguen fielmente los pasos de María, se inicia la peculiaridad del pensamiento mariano franciscano, seguidor fiel de la doctrina de la Iglesia, como en los  dos capítulos  iniciales se expone. Con S. Antonio de Padua, capítulo tercero, desde los primeros tiempos de la orden,  se abre la serie de los grandes maestros de teología, para quienes el tema mariano será punto básico de sus enseñanzas.  Se irá  así consolidando con el tiempo la denominación de escuela franciscana, que cuenta entre sus méritos y timbres de gloria indiscutibles, haber sido defensora infatigable de la Concepción Inmaculada de María y de su Asunción gloriosa a los cielos, los dos dogmas definidos por la Iglesia en los últimos siglos, amplia y documentadamente expuestos en estas páginas. 

La historia del pensamiento mariológico franciscano, en la que sobresale la serie de nombres incontables de sus teólogos, predicadores  y escritores, a lo largo de los siglos; de sus santos eminentes y de sus maestros en las vías del espíritu, se hace más interesante siguiendo las páginas que el manual ofrece. Y se constata con satisfacción gozosa que la historia de la orden,  con independencia de los ‘signos de los tiempos’ y de los cambios introducidos; de las reformas tantas veces realizadas y de la proliferación en su tronco añoso de tantos rebrotes nuevos, nunca ha perdido la unidad  en ensalzar y promover el conocimiento y devoción a María. Es la Madre  y Reina de toda la familia franciscana.  Podrá el lector de estas páginas comprobarlo por sí mismo.

Y en esa comprobación encontrará que resalta, no sólo  la contribución valiosa,  hecha por nuestras hermanas con sus escritos espirituales y autobiográficos,  al pensamiento teológico de los hermanos, al que aportan la riqueza de sus experiencias místicas y de su sensibilidad femenina, sino también al desarrollo de la devoción y piedad sinceramente marianas, que promueven con intensidad creciente por la imitación de la Madre Inmaculada, siguiendo sus pasos por el mismo  itinerario de fe por Ella iniciado.   Todo esto se encuentra en estas páginas. Y lejos de distraerlas de su finalidad, y sin demorarse en cosas secundarias, ayuda a revalorizar esta obra, asequible por su claridad y concisión, no solo a todo el mundo franciscano, sino a todos los interesados por los estudios teológicos y por la cultura del humanismo cristiano. 

Para todos los estudiosos de la mariología reúne, además, esta obra  otros importantes  valores. Entre ellos: el sentido de interdisciplinariedad existente entre los diversos tratados de la teología sistemática, en todos los cuales  siempre ha de haber un puesto singular para María, y no simplemente alusiones fugaces; el esclarecimiento del pensamiento de los autores franciscanos, no siempre valorado rectamente y tenido en cuenta; la actualización de algunas de sus figuras importantes relegadas, con frecuencia, al olvido; la abundante bibliografía actualizada  con la que mejor esclarecer y fundamentar las afirmaciones hechas...  Es evidente que el A. ha sabido aprovechar sus años de secretario de la Pontificia Academia Mariana Internacional (PAMI) Roma,  en contacto con autores y bibliografías, para la ampliación de sus conocimientos mariológicos.

La exposición de la mariología franciscana la comienza el A. Estableciendo en los primeros capítulos unas premisas metodológicas, antes sugeridas, iluminadas por el conocido principio escotista:  al tratar de Cristo Jesús y de su Santa Madre es preferible atribuirles lo más perfecto, conforme a las Sagradas Escrituras y al Magisterio de la Iglesia, que negarles algo que a ellos les es debido. Y será este el principio al que se atengan los seguidores de Francisco al tratar de la Pobrecilla Madre y que se refleje en toda la mariología franciscana. 

Este principio encaja perfectamente con la metodología teológica establecida por la Iglesia en el Vaticano II y en el postconcilio, que debe tenerse en cuenta al seguir tanto por el camino de la verdad como por el camino de la belleza, particularmente presente en el pensamiento franciscano, al reflexionar sobre la Purísima e Inmaculada Madre del Señor. Será precisamente el hecho de ser María la Madre del Verbo Humanado el punto central de toda la mariología franciscana. Por esa su dignidad de Madre,  para la que ha sido singularmente escogida por Dios Padre, será María la mujer consagrada por la Trinidad Santa  para ser la asociada a la persona y a la obra del Verbo Humanado como su Madre, en el Espíritu Santo. Ella es la fidelísima sierva del Señor, la Madre de la Iglesia, la asociada al Redentor y su colaboradora en la adquisición y distribución de las gracias, la Señora y Reina Asunta en cuerpo y alma a los cielos, desde donde vela con su intercesión por sus hijos, todavía peregrinos hacia el encuentro con el Padre.  

La Señora Santa, forma parte integrante del culto cristiano y ocupa un puesto preferente en la piedad y devoción franciscana, que ha dado origen a algunas de sus diversas manifestaciones en la vida de la Iglesia. Y la que ha estado singularmente presente en los orígenes franciscanos, sigue maternalmente presente en la devoción filial de los hijos e hijas de Francisco. Así se manifiesta a lo largo de las páginas de esta historia de la mariología franciscana, desde los orígenes de esta escuela  de su mismo nombre(C.3), en el tiempo que transcurre desde la muerte del B. Duns Escoto hasta el Concilio de Trento(C.4) y hasta la definición del dogma de la Inmaculada (C.5), dedicando a la definición de este Dogma todo el Capítulo 6, por la importancia del tema;  desde esta fecha, 1854,  hasta el dogma de la Asunción  (1950) (C.7), concediendo una  particular atención a los autores de la época entre los dos Concilios Vaticano I y II (C.8), para concluir estudiando  la figura del P. Carlos Balić y su actuación  en el Vaticano II (C.9).

Serán estos los capítulos que presenten esa nómina gloriosa de franciscanos y de franciscanas que han contribuido al progreso de la mariología. Autores, obras, ideas... se irán exponiendo con claridad y orden en páginas de lectura provechosa, que invita a seguir por el camino abierto  por tantos hermanos. Es cierto que no están los nombres de todos, lo que no sería posible; pero están, sin duda, los más representativos. Y esas comprensivas ausencias son como una invitación a los estudiosos para que den a conocer las figuras olvidadas,  enriqueciendo con nuevos estudios la bibliografía mariana franciscana, comparable a una sinfonía incompleta.  A esto invita esta primera historia de la mariología.  En la intención del A. ha querido ser como un anticipo de otra edición más completa, ya prevista. 

Felicito cordialmente al A. por la aportación valiosa con que nos regala. Y también a la PAMI, porque sigue teniendo presente su finalidad inicial  para fomentar los estudios mariológicos en toda la gran familia franciscana. A la reciente creación de la ‘Cátedra franciscana de estudios mariológicos, B. Juan Duns Escoto’ en colaboración con el ‘Antonianum’ y en este nuestro Centro de estudios, hoy añade la publicación de esta Historia de la mariología franciscana.  Dos hechos que en el inicio de este Tercer Milenio, son signos cargados de esperanza de un reflorecimiento en los estudios de la mariología, en conformidad con las directrices de la Iglesia. Toda la familia franciscana tiene que sentirse igualmente a ello comprometida. Y esto es, precisamente, a lo que  nos invita la obra aquí presentada y que a todos calurosamente se recomienda.  



 
 
 
 
 
 
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