Oviedo Lluis ,
Recensione: C. IZQUIERDO URBINA, Teología Fundamental,
in
Antonianum, 75/1 (2000) p. 171-172
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Sommario in spagnolo:
La realización de un buen manual es un indicador de la madurez intelectual y didáctica de todo profesor de teología. La confección de apuntes personales, que en general se distribuyen a los estudiantes, suele ser el primer paso antes de aventurarse en algo mucho más comprometedor. La experiencia acumulada en años de docencia y las investigaciones personales, acaban por definir una propia “línea” o “estilo”, condición imprescindible para afrontar ese reto.
César Izquierdo ha trabajado intensamente en estos últimos años en el campo de la teología fundamental, lo que garantiza un conocimiento de causa y una buena percepción sintética de la materia. No es fácil sin embargo la tarea que se ha propuesto, entre otras cosas porque contamos ya con una profusión de manuales de teología fundamental (y no sólo de esa especialidad) que deja poco espacio a nuevas contribuciones e impone un esfuerzo para no reiterar lo ya dicho y para ofrecer síntesis diversas o una aportaciones didácticamente relevantes.
Por otro lado la teología fundamental ha experimentado una notable evolución en las últimas décadas, digamos tras el concilio Vaticano II. Uno de los puntos de interés del manual que presentamos es que nos permite seguir un proceso y se presenta como un punto de maduración o llegada de dicha disciplina, algo muy útil a todos los que trabajamos en el mismo campo, y que sin duda nos facilita las cosas a quienes tratamos de proseguir una imparable evolución. Pero además el desarrollo de esta materia ha llevado a un considerable pluralismo, que el autor conoce muy bien, lo que obliga a realizar opciones no sólo formales, sino de fondo, algo que el manual vuelve mucho más explícito de lo que acostumbran a hacer otras obras de su estilo.
La sistematización de la teología fundamental que ofrece Izquierdo –siempre atenta también a las exigencias didácticas– se basa en una división hoy ampliamente aceptada entre los profesores de dicha disciplina: el tratado de “revelación” y “fe” por una parte, y los motivos de “credibilidad” por otra; un método que recoge la llamada “tradición romana” representada sobre todo por R. Latourelle, tras la llamada “crisis de la apologética manualística”. El autor plantea su proyecto como un intento de devolver una cualidad plenamente teológica al tratado, lo que identifica con la asunción consciente del “método dogmático”, es decir, una reflexión creyente enraizada en los principios de la Escritura y de la Tradición católica, que abandona las pretensiones de “asepsia” racional típicas de la apologética tradicional (40). No obstante, el método apologético, en este caso entendido como algo “menos dogmático”, se hace presente también en algunos apartados del tratado, especialmente en la segunda parte (50). El autor asume conscientemente la exclusión de otras perspectivas, que expone con orden y en buena síntesis, para información de todos, pero difícilmente asumibles en un manual bastante delimitado.
La presentación de estos grandes temas es la clásica: se recorre en cada caso las aportaciones de la Escritura, los Padres, la historia de la teología y el magisterio eclesial, lo que permite una visión integrada y un seguimiento de la evolución de nuestras concepciones básicas sobre la revelación divina y la respuesta humana.
Es necesario apuntar algunas “novedades” o aportaciones originales en la primera parte del manual: la cuestión de las “religiones” y su relación con la pretensión cristiana, que el autor sitúa a caballo entre el estudio de la “revelación” y el de la “fe”.
La segunda parte inicia con un examen de la cuestión de la increencia y prosigue planteando las vías de “credibilidad” y “racionabilidad” de la fe, donde se deja sentir la orientación blondeliana del autor, que no esconde su opción por una “apologética integral”. De todos modos esa elección no impide recoger los temas clásicos de la “semiología cristiana”: milagros, la cristología “objetiva” y la Iglesia como “signo de credibilidad”.
Nos encontramos en cierto modo ante una “apuesta”: hacer del método de la inmanencia blondeliano una clave que consienta desentrañar mejor el misterio de la fe trascendente, y lo haga accesible a una razón siempre abierta; al menos en la segunda parte del tratado. Ello explica en cierto modo la organización del material y la confianza del autor en conseguir una conexión suficiente entre las inquietudes y búsquedas del ser humano y la respuesta histórica y concreta que supone la revelación y sus signos primordiales: Cristo y la Iglesia. De hecho cabe considerar fruto de esta particular forma de ver las cosas el haber situado la “cristología” y la “eclesiología” fundamentales más en la parte de la credibilidad que en la de revelación.
El manual de Izquierdo nos recuerda una vez más la dificultad que plantea “organizar” la teología fundamental, y lo inevitable de ciertas opciones. Se trata por tanto de un camino posible, e incluso de una buena guía que nos ayuda a situarnos a cada cuál de forma consciente en nuestras propias opciones. Desde mi punto de vista hubiera preferido un mayor espacio a una “metodología fundamental” y no sólo dogmática en la primera parte; la alusión a los trabajos interdisciplinares y una dimensión más decididamente apologética, en el sentido de promover un fecundo diálogo con las ciencias y los saberes contemporáneos, de los que la fe seguramente recaba inspiración y la teología nuevas perspectivas para releer su propia tradición. Pero eso ya sería otro manual, o quizás no un manual sino un ensayo, dado que la orientación que propongo es todavía, como dicen los anglosajones work in process, y aún debe esperar bastante hasta que pueda ofrecerse en forma manualística, es decir, acabada, madura y sintética.
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