Oviedo Lluis ,
Recensione: LUCA DIOTALLEVI, Religione, Chiesa e modernizzazione: Il caso italiano ,
in
Antonianum, 75/2 (2000) p. 402-404
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Sommario in spagnolo:
La sociología de la religión está empeñada en estos últimos años en la difícil tarea de rastrear las manifestaciones y el destino del hecho religioso en contextos claramente marcados por la secularización.
El caso italiano es particularmente interesante, pues, por una parte, se ha forjado durante los últimos años toda una “tradición” o “escuela” de estudios especializados en esa área, de gran madurez y rigor; y, por otra parte, presenta un campo abonado a la investigación, todo un “caso de estudio” rico y plural en el que se dan cita diversas tendencias y se registran tanto los efectos erosivos de la secularización, como las dinámicas de mayor vitalidad religiosa. En Italia se dan suficientes ejemplos de animación eclesial como para presagiar la supervivencia y crecimiento de la “religión de iglesia”, frente a cuanto está ocurriendo en otras muchas regiones europeas con niveles de modernización similares. Del “caso italiano” se pueden extraer muchas lecciones; quienes más pueden aprender son los estudiosos de los “factores de éxito religioso”, pero no menos de ellos están interesados los responsables de gestionar las situaciones de crisis que atraviesan muchas instituciones cristianas.
El libro de Luca Diotallevi, un joven investigador en el campo de la sociología de la religión, ofrece orientaciones y argumentos de gran valor a la hora de calibrar la situación italiana, y de tematizar las causas de éxito/crisis de la religión de iglesia más allá incluso de ese contexto específico.
Es necesario resaltar algunas de las características que hacen de esta obra un ensayo modélico de la especialidad y un instrumento muy útil en la elaboración de los datos obtenidos. En primer lugar destaca la capacidad de conjugar un fondo teórico ambicioso y un estudio empírico de gran envergadura, tanto a nivel sincrónico como diacrónico. Los dos primeros capítulos ofrecen de forma ordenada los desarrollos teóricos actuales y la propia propuesta de marco conceptual, que encuentra en las formulaciones de Niklas Luhmann y su teoría de los sistemas un importante aliado. Los capítulos siguientes hacen una sabia utilización del material de encuestas disponible (en parte bastante reciente y en general muy atendible), dando al ensayo el apoyo empírico que lo proyecta más allá del campo de las hipótesis o de una teoría con pendants ideológicos.
Una segunda cracterística positiva es la revisión que hace el autor de varias líneas de trabajo y de teorías ya bastante asentadas, para proponer interpretaciones y métodos ciertamente novedosos y a menudo “contra corriente”. La crítica que formula a toda una línea de estudios en el campo de la sociología de la religión que se había orientado hacia el paradigma de la “religión invisible”, descuidando el tema de la “religión de iglesia”, constituye seguramente uno de los puntos de mayor interés y fuerza. La necesaria atención propuesta a la relación entre niveles de modernización y situación eclesial es otra contribución importante y lo es más si se tiene en cuenta el resultado, que invierte el lugar común que asociaba “mayor religión” a las regiones del sur, menos modernizadas. El método comparativo aplicado a los indicadores disponibles entre la religiosidad del norte y del sur de Italia ayuda a superar un viejo tópico y muestra un ejemplo indiscutible de “modernización guiada” o acompañada por la misma Iglesia, con resultados de gran interés.
El modelo explicativo que sugiere Diotallevi ante la situación expuesta aporta una serie de motivos que no pueden ser descuidados a la hora de comprender las dinámicas religiosas en las sociedades avanzadas. Entre otros, cabe destacar: el recorrido histórico, que muestra la funcionalidad de ciertas estrategias y la disfuncionalidad de otras, según nos movemos de norte a sur; la incidencia de algunos factores organizativos en la buena marcha de diócesis y parroquias, como la centralización, la especialización y la diversificación; así como el papel jugado por la autoridad eclesial y por las categorías de la reflexión teológica en todo ese proceso.
Por último, aunque no menos importante, cabe destacar el uso de una bibliografía muy actualizada, que recoge lo mejor del desarrollo reciente de la disciplina en sus varias áreas de producción: la alemana –más teórica– la norteamericana –que conoce una fecundidad sorprendente– y la italiana. Un mérito de Diotallevi ha sido sin duda alguna haber sabido combinar esas distintas fuentes o inspiraciones de forma armónica y productiva.
Tiene razón el autor cuando sostiene al final de su obra la necesidad de un “análisis multidimensional de la religiosidad” (260) en grado de superar algunas perspectivas demasiado unilaterales y sin capacidad de observar la complejidad del fenómeno religioso, incluso dentro del ámbito de la “religión de iglesia”, que ha centrado más la atención del estudio. Todo ello plantea la difícil cuestión en torno a los criterios que guían la observación de los procesos religiosos en las sociedades avanzadas, de su medida y de sus interpretaciones, de cara a posteriores aplicaciones prácticas.
La obra aporta una visión diversa y sugerente en el panorama de la sociología de la religión contemporánea, que deberá ser tenida en cuenta en ulteriores estudios.
Una de las cuestiones que plantea el autor y en la que más insiste se refiere a lo específico el modelo italiano, a su “anomalía”, que se conjuga tanto con los niveles político, económico, cultural, como en el religioso. Si así fuera, su estudio quedaría un tanto regionalizado, con difícil extensión más allá de los límites de la península itálica. De hecho factores como la gran tensión y confrontación entre la cultura católica y la laica, que influyen decisivamente en las políticas eclesiales y en la conciencia creyente o en la movilización católica desde finales del siglo XIX, deberían ser más atendidos. Lo que sí estamos convencidos es de la utilidad del método empleado y de la posibilidad de replicarlo más allá del ambiente italiano. Seguramente los casos español, francés y alemán podrían ser un buen banco de aplicación y desarrollo de una perspectiva similar, de un análisis que se detiene en la evolución de la religión de iglesia y en sus estrategias más o menos acertadas de adecuación al panorama moderno. Desde ese punto de vista, sería importante replicar su método de estudio en otros contextos nacionales, en vistas a obtener resultados que confirmen o menos esa línea de percepción del éxito/fracaso de la fe cristiana, que se vincula sorprendentemente no tanto a las condiciones ambientales, sino a las habilidades organizativas y de acción de las iglesias particulares.
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