Oviedo Lluis ,
Recensione: JOSÉ MIGUEL ODERO, Teología de la fe. Una aproximación al misterio de la fe cristiana,
in
Antonianum, 73/2 (1998) p. 380-381
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Sommario in spagnolo:
El tema de la fe es objeto de estudio teológico al menos en dos tratados: la antropología teológica, que la comprende como una actitud personal vinculada al proceso de regeneración que vive el ser humano redimido por Cristo (lo que clásicamente se llama una “virtud teológica”); y, en segundo lugar, la teología fundamental, que conoce la fe como la respuesta a la revelación, creíble por sus signos. En uno u otro caso escasean hoy los estudios que ayuden a profundizar de forma sistemática en el misterio de la fe cristiana. El libro que presentamos quiere ser una contribución que ayude a colmar este vacío, para lo que ofrece una reflexión articulada que permite comprender el sentido o los sentidos que asume la fe, sobre todo en el marco de la nueva teología fundamental, aunque sin excluir el ámbito antropológico.
La obra se distribuye en once capítulos. El primero, más extenso, presenta una amplia panorámica bíblica e histórica de la fe teologal. Destaca la pervivencia y equilibrio entre sus dos dimensiones principales: la subjetiva, como acto existencial o fides qua, y la objetiva, referida a los contenidos, o fides quae. Llama la atención sin embargo la larga maduración que ha requerido una percepción mejor de este “misterio fundamental” (54).
Los capítulos 2 y 3 exponen de forma orgánica y exhaustiva el tema de la fe en el ámbito de la filosofía kantiana de la religión. El autor señala que uno de los puntos más característicos del enfoque de Kant reside en el contraste entre la suficiencia subjetiva y la insuficiencia objetiva de la creencia religiosa, una insuficiencia consciente para el fiel (65). Odero corrige la perspectiva kantiana desde el elemento interpersonal, que comprende la fe como una relación libre entre Dios y el hombre (94 ss.).
La relación entre fe humana y divina ocupa el capítulo 4. Se trata de un problema muy complejo, que repropone el debate entre naturaleza y gracia. El autor lo orienta hábilmente hacia el ámbito de la libertad y la voluntad, que se conjuga con el amor que nos llama y que remite a un ser personal que merece confianza.
Los capítulos 5 y 6 se refieren a la relación entre fe y la felicidad que promete, y a la llamada “experiencia de la fe”, respectivamente. La fe que se anuncia evoca la promesa de felicidad que es posible vivir ya ahora. La visión de la fe como experiencia es legítima sólo si no deja escapar sus contenidos objetivos.
El capítulo 7 recupera el sentido de la fe como virtud, en la clave de una “vida de fe” y de la “fe viva”.
“La razonabilidad e la fe” es el título del siguiente capítulo, de connotaciones apologéticas. Odero enfoca el tema a partir de la clásica “preparación” o prambula fidei y de los llamados “signos de credibilidad”, tanto internos como externos. En todo caso los signos no generan la fe, que es siempre don del Espíritu. Su papel es “producir una certeza razonablemente suficiente para señalar cuál es la doctrina revelada auténticamente por Dios” (167). A ello sigue el llamado “juicio de credendidad”, que conecta con las pascalianas “razones del corazón”. Estos elementos justifican que pueda hablarse de “razonabilidad del acto de fe” (175 s.), aunque no de “racionalidad”, pues la fe nunca es producto de una inferencia lógica, sino de la acción salvífica divina.
El sentido teologal y eclesial de la fe merecen un capítulo extenso. En él se tocan dos dimensiones de la fe religiosa que corren el peligro de ser descuidados en los análisis más antropológicos o psicológicos: la fe es un acto personal de encuentro, diálogo y adhesión a Dios, y sin la presencia amorosa del Dios que salva no tiene sentido hablar de fe. Por otro lado la fe está íntimamente ligada a una comunidad que vive, anuncia y celebra lo que confiesa, y de este modo hace posible que esta experiencia pueda seguir viva y se nutra.
El capítulo 10 expone otros temas clásicos: la fe como verdad y como don. En la primera acepción la fe posee un significado cognitivo y participa de la sabiduría divina. En la segunda, la fe es percibida como virtud y efecto de la gracia, una iluminación otorgada y transformadora.
El último capítulo se titula “Fe y pneumatología en la Dei verbum”. Tras reconstruir el proceso por el que se llega a la redacción del texto definitivo del documento sobre la Divina revelación, el autor sostiene que el Espíritu promueve tanto la “credibilidad” como la intelligentia fidei, que perfecciona nuestro conocimiento y fidelidad.
La obra de J.M. Odero es muy útil y ofrece contribuciones de gran interés a la hora de profundizar y exponer las dimensiones de la fe cristiana, que seguramente debiera recibir más atención de lo que actualmente acontece en el currículum teológico. Es de esperar que el autor continúe su investigación, que, en mi opinión, podría ser enriquecida con elementos de carácter interdisciplinar, como, por ejemplo, las recientes aportaciones en el campo de la psicología y la antropología religiosa, así como la riqueza apenas explorada de la literatura y las artes como loci theologici en los que se propone de mil y una formas el misterio humano y divino de la fe. El misterio de la fe puede ser dicho de múltiples modos, pero es sobre todo una experiencia personal, que puede ser objeto de narración; de ahí que la teología de la fe pueda y deba ser también eminentemente narrativa, como cuando Odero recoge el recuerdo de la conversión de C.S. Lewis y otras experiencias que dan un contenido específico a la adhesión creyente
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