Oviedo Lluis ,
Recensione: H.-Th. Homann, Das funktionale Argument. Konzepte und Kritik funktionslogischer Religionsbegründung ,
in
Antonianum, 73/4 (1998) p. 749-752
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Sommario in spagnolo:
La perspectiva funcionalista en torno a la religión es casi tan antigua como el esfuerzo racional por pensar el sentido de la sociedad y de sus creencias, pero sólo en épocas recientes ha conocido un protagonismo y ha nutrido un debate de tales proporciones que se hacen necesarios estudios complexivos y sistemáticos que provean una visión de conjunto, así como las valoraciones críticas pertinentes al "estado de la cuestión". Parece descontada la relevancia que dicho debate tiene en campo teológico y de filosofía de la religión. Puede incluso afirmarse que la "cuestión del funcionalismo" toca profundamente la identidad de la conciencia religiosa para convertirse en una de las formas que hoy asume el "problema de la religión" en la modernidad.
Por estos motivos resulta de gran interés la aportación que presentamos. Aunque se enmarca dentro de las modestas pretensiones de una tesis doctoral, es necesario reconocer que este trabajo va bastante más allá de esos límites, y por sus dimensiones, riqueza y profundidad de análisis, constituye un punto de referencia imprescindible para toda futura investigación sobre el funcionalismo y sus implicaciones para la filosofía de la religión y la teología fundamental. Del mismo modo hay que saludar el ingente esfuerzo de diálogo interdiscipinar que el autor ha llevado a cabo y la orientación claramente apologética que exhibe; dos características que devuelven a la tarea teológica su interés y relevancia más allá de los discursos intraeclesiales.
El libro de Homann se presenta dividido en dos grandes apartados. El primero se titula "Tipología histórica de los conceptos y teorías funcional-lógicas"; se trata de un amplio catálogo de las distintas versiones que asume el argumento funcionalista desde la filosofía clásica griega hasta nuestros días. Especial énfasis reciben en esta reconstrucción enciclopédica (360 páginas) los autores que más han contribuido al asentamiento de dicha visión: sus primeras manifestaciones en los clásicos greco-romanos que tematizaron la "utilidad de la religión", la filosofía política del Renacimiento, Th. Hobbes, B. Spinoza, los ilustrados franceses y alemanes, todo el movimiento de crítica de la religión a partir de Feuerbach, para desembocar de forma más detenida en el análisis de los padres de la sociología: Comte, Durkheim, Simmel, Weber, así como de otros protagonistas contemporáneos en el campo de la teoría de la sociedad: Parsons y Luhmann, por citar sólo los más notables. Es sabido que la sociología es la ciencia más proclive a "observar" de forma funcional la presencia del elemento religioso en las sociedades modernas. La reconstrucción cronológica que ofrece el autor permite seguir la evolución y las sucesivas versiones del argumento funcionalista, así como de los intentos de "superación" de la fe cristiana por equivalentes funcionales que se preveían más eficaces o adecuados a la nueva sociedad. El análisis es profundo y muy bien documentado en sus fuentes.
La segunda parte lleva por título: "Crítica de la razón funcionalista. Límites de la teoría de la religión social-científica". Está dividida a su vez en cuatro capítulos y una conclusión. Los dos primeros ofrecen el marco hermenéutico en el que se desarrolla el debate sobre la función social de la religión. En primer lugar se revisan las bases teóricas del intento sociológico de "comprensión" de lo religioso, que, a menudo, recaen en una tendencia secularizadora. El capítulo segundo analiza la relación entre "Ilustración" y "secularización" como contexto inevitable. La discusión sobre lo "salvable" de una Ilustración sometida a feroz crítica y continuamente bajo sospecha, muestra los límites de los intentos de constituir la sociedad moderna como punto de referencia absoluto, desde el que se puedan "funcionalizar" otras realidades.
Los capítulos tercero y cuarto recogen de forma ordenada las diferentes tomas de posición crítica que desde el siglo XIX se han pronunciado en contra del pensamiento funcionalista, en especial a causa de su reducción de la conciencia religiosa en vistas de las exigencias de orden e integración social. El capítulo tercero expone un elenco de autores entre los que destacan R. Musil, K. Barth, E. Peterson, H.-U. von Balthasar, K. Eschweiler, F.-G. Jünger, M. Heidegger, C. Schmitt y Th. Adorno. Seguidamente el autor da repaso a algunos argumentos filosófico-teológicos de forma más sistemática, desde el ambiente crítico del Positivismusstreit, los intentos de rehabilitar una "razón práctica" y comunicativa y las tendencias postmodernas, además de la aportación crítica de R. Spaemann.
El capítulo cuarto afronta la cuestión fundamental de la pretensión religiosa de verdad ante el "argumento funcional", a partir de la constatación de la crisis del "concepto sustancial objetivo de verdad". A continuación se revisan algunos intentos de replanteamiento de esa verdad de la religión: como "valor", como "sentido", como "praxis" y como "religión civil". La verdad cognitiva de la experiencia religiosa es afirmada frente a la insuficiencia de la perspectiva funcionalista para dar cuenta de los contenidos que reivindica la fe religiosa. Por otro lado el autor pone en evidencia continuamente los flancos oscuros de la visión funcional y de sus pretensiones "para-metafísicas", para lo que cuenta con la inestimable ayuda de tantos autores y obras que desde la década de los setenta se esfuerzan en deslegitimar la invasión funcionalista: P. Koslowski, R. Spaemann, J. Moltmann... La conclusión aboga, bajo el título de una"identidad cognitiva", por preservar la verdad de la fe cristiana en el sentido de una consecuencia de la revelación divina que supera y desborda todos los esquemas o previsiones funcionales o instrumentales.
Es necesario reconocer una vez más que nos encontramos ante un estudio muy bien organizado en el que se expone de forma no conocida hasta el momento la posición de los teóricos funcionalistas desde la antigüedad, y la crítica que ésta merece hasta nuestros días. Homann logra reconstruir uno de los muchos procesos circulares en los que desemboca durante la modernidad el esfuerzo racional por comprender la religión, y que va desde el intento de captar su función hasta la cuestión de la verdad cognitiva, que no puede eludirse si realmente se quiere que la religión "funcione". La cantidad de documentación aportada es impresionante y ofrece material para sucesivas profundizaciones o bien para estudios de carácter parcial.
El otro mérito innegable de la obra recensionada es que mantiene vivo un debate que en ningún modo puede considerarse "cerrado". A ese respecto creo que algunas observaciones críticas por mi parte pueden contribuir a subrayar el interés de la obra.
En primer lugar algunas cuestiones propias de la historia del pensamiento cristiano quedan afectadas por la perspectiva que el autor defiende, en especial si se exageran los tonos. En principio, dentro de un ambiente franciscano, cabe saludar la consecuencia que la visión anti-funcionalista aporta, en el sentido de que converge con una tradición propia del pensamiento escotista, que se resiste a "funcionalizar" la historia de la salvación y en especial su culmen en la encarnación del Hijo de Dios, cuya venida al mundo no dependería de una "función sanante" del género humano. No obstante, en el límite una posición anti-funcional puede repetir las aporías características de los intentos protomodernos de llegar a una "religión pura", no en el sentido kantiano, sino místico, característica del quietismo, y que no por casualidad Spaemann saludó en su ensayo sobre Fenelon. Tal "religión pura", es decir, libre de toda funcionalidad, incluso de la busqueda por obtener la propia salvación, es una ilusión cuyas consecuencias históricas nos previenen ante posibles reediciones. En el mismo sentido, la cuestión de la Trinidad "económica" queda seriamente afectada si se profundiza en la dirección que propone nuestro autor.
En segundo lugar, en un contexto más actual, es llamativo que el debate analizado es fundamentalmente germánico, y que otras tradiciones de pensamiento quedan un tanto relegadas. De ahí la sospecha de que la potente teología alemana contemporánea siga ignorando las razones de "los otros", en este caso de la tradición anglosajona, que, como se sabe, recoge una tradición de utilitarismo, pragmatismo y de "filosofías de la eficacia", frente al idealismo continental. En ese sentido una visión más pragmática puede aportar algunos beneficios a la reflexión sobre la fe, especialmente si la perspectiva funcionalista es incorporada dentro del ámbito teológico eclesial, es decir, si se observa la fe no "en función" de otros fines sociales o personales, sino en función de sus mismos objetivos e intereses. De ahí la posibilidad de "redimir" el pensamiento funcionalista -tan importante en la modernidad- a partir de la maniobra que lo hace "re-entrar" dentro del ámbito de la fe cristiana, especialmente en cuanto la teología atiende a las consecuencias prácticas de sus mensajes, y escapa de los peligros de un idealismo estéril.
Por último están las cuestiones de la relación de la teología con la sociología, de gran complejidad y que pueden seguirse en gran parte a lo largo de la aportación de Homann. Es de agradecer el propósito que formula al inicio del libro de una mayor interacción con las ciencias y filosofías actuales. Sin embargo dicho dialogo no debe ignorar que, dentro de las limitaciones de una ciencia como la sociología, con los "vicios de observación" que le son propios y que le condenan al funcionalismo, puede prestar una gran ayuda a la autocomprensión de la fe en su dimensión social y en su interacción con otras realidades sociales. Llevar a cabo de forma fecunda dicha interacción, evitando los peligros del reduccionismo y la excesiva simplificación, es la tarea que se propone una teología en clave interdisciplinar, algo a lo que Homann ha contribuido de forma eficaz y lúcida.
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