Oviedo Lluis ,
Recensione: W. Ernst (Ed.): Gerechtigkeit in Gesellschaft, Wirtschaft und Politik, Freiburg ,
in
Antonianum, 69/1 (1994) p. 131-133
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Summary in Spanish:
La justicia pertenece como ningún otro concepto a la tradición ética, no sólo cristiana, por lo que todo esfuerzo que trate de especificar su contenido en una época y situación determinada, así como las vías por las que puede ser realizada, debe ser bien recibido, como síntoma de la buena salud de la que aun goza esa disciplina.
El libro que presentamos se inscribe dentro del esfuerzo por clarificar la idea de «justicia» después del cambio que supuso la desaparición de los sistemas del «socialismo real»; es el resultado de un congreso de estudio que tuvo lugar en el mes de Agosto de 1991 en Erfurt (una ciudad de la antigua DDR), y está compuesto por cinco ponencias y ocho contestaciones (Statements), en las ponencias se exponen visiones sobre algunos aspectos de la idea de justicia, las contestaciones sirven para limitar o completar las teorías desarrolladas. Pasaremos revista a las ponencias.
La primera la firma K.H. Ducke, y se titula: «Tendencias hacia una nueva justicia tras el cambio» (Pp. 11-24); se trata de una revisión de la situación en que se encontraba la antigua República Democrática Alemana (DDR), a partir sobre todo del criterio de «justicia», que era precisamente una de las pretensiones ideológicas de aquel régimen. El autor subraya el carácter insatisfactorio de las condiciones sociales, políticas y económicas en las que se intentó plasmar ese ideal, ya que la mera redistribución de las rentas no logró acercarse a un criterio de justicia, al faltar las condiciones que permitían al individuo sentirse «sujeto de la sociedad».
La segunda ponencia se titula: «Justicia: opción por los pobres», y su autor es B. Fraling (pp. 31-56); su intención es ampliar el sentido de la idea de justicia más allá de los límites clásicos de una justicia conmutativa y distributiva. Aunque la argumentación es más teológica que ética, se propone una vía por la que los pobres sean protagonistas de cualquier discurso moral cristiano, recogiendo las intuiciones de la Teología de la Liberación. En el texto se formulan una serie de tesis con las que se intenta hacer más explícito el modo en que la opción por los pobres interviene en la definición de la justicia: los límites de la implicación en el destino de los mismos, la dinámica por la que se «desanonimiza» la miseria, la aportación de la ciencias humanas, la relación entre lo individual y lo institucional o estructural..., son algunos de los temas desarrollados. La conclusión del autor es que la «opción por los pobres» debe ser una condición previa en todo análisis de la justicia en campo económico, y para ello será necesario superar la dinámica del interés propio típica del «homo economicus».
La ponencia de H.J. Hóhn se titula: «Libertad concreta y justicia social. Análisis desde la perspectiva de la teoría de la acción y de la teoría de los sistemas» (pp. 85-100). Su autor es conocido por ser uno de los que han intentado aplicar la «teoría de la acción comunicativa» a la interpretación de la Iglesia y de la moral cristiana. En este artículo prosigue esa línea, trazando un esquema de la acción racional que debe ser presupuesto a la hora de establecer los distintos criterios de justicia. Son cuatro las áreas de la acción racional; la instrumental (explotación económica), la estrategia o que busca imponer su propio interés, la comunicativa o de interacción, y la normativa, o que se ajusta a una ley. La idea de fondo es que los ideales prácticos de la modernidad deben ser llevados a término más allá de los condicionamientos sistémicos, que parecen justificar su retraso e incluso declararlos utópicos. Para Hóhn, es precisamente la observación de la creciente interrelación entre las distintas esferas sociales, lo que hace más urgente la realización de una justicia que se base más en la interacción y el consenso racional.
Seguramente la parte más polémica del Congreso la representa la ponencia de K. Homman: «Justicia y orden económico» (pp. 115-134). Su autor es uno de los más conocidos y citados en el ámbito de la ética económica cristiana en Alemania, y uno de los más provocativos. Su tesis de fondo es sencilla: no se puede favorecer la justicia económica sólo con criterios éticos, sino que es necesario atender a los factores económicos, cuya lógica a menudo, es distinta, pero sólo ahí se juega la eficacia de la acción justa, es decir, la que favorece a los más necesitados. La opción por la economía de mercado, consciente de todos sus perjuicios, debe ser aceptada de forma realista dentro de sus propias condiciones: que los perjudicados no sean siempre los mismos, que la lógica de una distribución correctiva sea compatible con un nivel aceptable de producción, y que se tenga en cuenta que el bienestar no puede ser social, sino siempre individual. La tesis segunda es la que más se recalca; el ejercicio de distribución de la riqueza debe respetar los márgenes dentro de los que actúa el sistema de motivaciones, y eso tanto a nivel social como internacional. La crítica por tanto a los planteamientos moralistas o a las reservas de la «ética del discurso», van en la dirección de mostrar su propia erosión cuando faltan al realismo. Ni que decir tiene que esa orientación es inversa a la de las ponencias anteriores, y que ha sido criticada de forma directa en la «contestación» que le sigue.
La última ponencia de este libro se titula «La contribución de la acción política a la realización de la justicia», de E.W. Bóckenfórde (pp. 149-172); se trata de un análisis pormenorizado de la idea de justicia en el contexto de la responsabilidad del gobernante, y de las condiciones para su realización dentro del marco del Estado democrático. Es de particular interés la revisión del papel de las iglesias en la relación con el sistema político de cara al logro de la justicia: el autor es consciente de la autonomía de lo político, al mismo tiempo que de la responsabilidad de los cristianos, y apunta el criterio de la acción de las iglesias necesaria en algunos casos, que no debe ser política en su intención, aunque lo sea en sus consecuencias. El autor no deja de ser consciente de los límites de la democracia de cara al logro del ideal de justicia.
Este es uno de los libros necesarios a la hora de renovar el debate tanto en el seno de la filosofía práctica como de la moral teológica; lástima que no se hayan transcrito las — Imaginamos — jugosas discusiones que en aquel Congreso de Erfurt se produjeron; esperamos en todo caso que continué la discusión en torno a unos temas en los que se hace necesaria una profunda revisión de nuestras ideas previas, sobre todo en el campo de los profesionales de la teología, y que la aportación interdisciplinar pueda arrojar más luz sobre los complejos problemas de relación entre fe cristiana, moral, economía y política.
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