Gotor José Luis ,
Recensione: ISAAC VÁZQUEZ JANEIRO, Tratados castellanos sobre la Predestinación y sobre la Trinidad y la Encarnación, del Maestro fray Diego de Valencia OFM (siglo XV). Identificación de su autoría y Edición crítica ,
in
Antonianum, 59/3-4 (1984) p. 677-679
.
Summary in Spanish:
La obra que tenemos el placer de reseñar comprende dos partes; la segunda, fundamental, ofrece el texto crítico de dos tratados teológicos en lengua castellana de principios del siglo XV. El primer tratado, y también el más largo, es una Disputa entre Gonzalo Morante de la Ventura y un « mal cristiano » {Juan Rogel) sobre la Predestinación y el libre albedrío; el segundo contiene otra Disputa entre un moro filósofo y Gonzalo Morante sobre la Trinidad y la Encarnación.
Para la edición del primer tratado, el A. se sirvió de los tres MSS conocidos hasta la fecha: Madrid, BN, MS 174 (en una hoja suelta de « fe de erratas » el mismo editor advierte que no es el MS 147, como inadvertidamente se dice en tres lugares del libro); París, BN, fondo español, MS 204; y Roma, bibl. Casanatense, MS 1022 En cambio, para la ed. del segundo, hubo de contentarse con un solo MS, único conocido, que está en el citado MS Casanatense. Trátase de una edición muy cuidada tanto en el aparato crítico de las variantes del texto e identificación de sus fuentes explícitas e implícitas, como en su constitución, siendo modernizado en la grafía y puntuación y distribuido en significativas divisiones, para facilitar su lectura.
Estos textos llegaron hasta nosotros cubiertos con el velo del más absoluto anonimato. El prof. Vázquez Janeiro, al editarlos, ha tenido la fortuna de poder atribuirles un padre en la persona de fray Diego de Valencia. La primera parte de su libro — que es la que despierta en el lector mayor interés — está dedicada precisamente a presentar la figura de fray Diego y a exponer las razones que justifican su paternidad sobre los dos anónimos.
En un primer capítulo se traza el perfil biográfico de fray Diego dentro del marco espiritual y cultural de su tiempo; los datos aquí allegados, si no son tan abundantes como sería de desear, son suficientes como para no tener que repetir lo que se decía hace unos años acerca del teólogo-poeta: « die Historie kaum anderes ais den Ñamen und einige Gedichte überliefert» (W.-D. Lange, El Fraile trabador. Zeü, Leben und Werk des Diego de Valencia de León (1350?-1412?), Frankfurt am Main 1971, p. 34). En los tres capítulos siguientes se aborda el problema de la atribución de los dos « tratados » a fray Diego. El A. toma como punto de partida un dato explícito que figura al principio del primer « tratado »: « Y la razón y la intención por que este traslado [ = tratado] fue sacado, especialmente fue por responder a unas coplas que enviadas fueron a Pero López de Ayala el viejo, sobre la materia de predestinación y libre albe-drío » (p. 103). Estas «coplas» no son sino la «pregunta» que el poeta Ferrán Sánchez Talavera dirigió al canciller-poeta Pedro López de Ayala (t 1407) y a otros poetas castellanos, sobre la cuestión de la predestinación. Dicha « pregunta » y las consiguientes « respuestas » de los poetas, entre ellas la de fray Diego de Valencia, fueron recogidas en esa preciosa antología poética de principios del siglo XV que se llama el Cancionero de Baena (= CB) (cf. ed. crítica de J.M. Azáceta, Madrid 1966). Puesto, pues, sobre la pista, gracias a la indicación del primer « tratado », el A., después de demostrar (Cap. 2) el carácter eminentemente franciscano de todo el MS Casanatense 1022, establece un minucioso análisis comparativo entre dicho «tratado», por una parte, y, por otra, la «pregunta» y « respuesta », respectivamente, de Sánchez Talavera y fray Diego, que se hallan en el CB, llegando así a la conclusión, con pruebas al canto, que el « tratado » anónimo no es sino un ulterior desarrollo en prosa, realizado por fray Diego, de la « respuesta » en poesía, que él había dado antes a la « pregunta » de Sánchez Talavera (Cap. 3).
Habiendo como hay evidente unidad de autor en ambos «tratados » anónimos, la demostración en favor de la autoría de fray Diego sobre el primer « tratado» hubiera podido bastar para atribuirle igualmente la paternidad del segundo « tratado». Pero, a mayor abundamiento, el A. analiza (Cap. 4), con el mismo procedimiento de arriba, un argumento específico, que consiste en una « pregunta » del citado Sánchez Talavera a fray Diego, sobre la Trinidad y la Encarnación, y en la consiguiente « respuesta » de fray Diego, recogidas ambas en el CB. El resultado del análisis demuestra directamente la paternidad de fray Diego sobre el «tratado» segundo y confirma (por la unidad de autor entre ambos tratados) su paternidad sobre el primero. Resulta, además (y el A. lo demuestra), que fray Diego de Valencia — que, aun siendo teólogo, no deja de ser poeta —, al escribir estos dos tratados en forma de diálogo, se disfraza bajo el nombre de Gonzalo Morante de la Ventura y representa a su « rival » Ferrán Sánchez Talavera en la persona de un « mal cristiano » (Juan Rogel) o de un « moro almuédano ».
Dejando para los especialistas la valoración de lo que puedan significar los hallazgos del prof. Vázquez Janeiro para la historia de la Teología, quiero destacar aquí, desde mi punto de vista, que esos hallazgos suponen una aportación notable para la historia de la Literatura en general y del CB en especial. Ante todo, queda ilustrada con nueva luz la figura del franciscano fray Diego de Valencia, uno de los mejores poetas castellanos del siglo XV; además, el tratado sobre la Predestinación, que ahora viene atribuido a él y publicado críticamente, constituye el primer tratado sobre la materia en lengua castellana. Por último, y refiriéndome concretamente al CB, la nueva atribución a Ferrán Sánchez Talavera de la composición « Maestre señor », n° 516 bis, me parece uno de los logros más afortunados que pueda ofrecer esta monografía.
Espoleado por su misma investigación, el prof. Vázquez Janeiro nos anuncia en el prólogo que continúa persiguiendo la pista de nuevas atribuciones. En espera del resultado, hacemos nuestro el augurio que le hubiera hecho en el siglo XV su admirado hermano de hábito, fray Diego de Valencia: « fortuna y ventura ».
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