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Recensione: Regestutn Observantiae cismontanae (1464-1488) (Analecta Franciscana 12)

 
 
 
Foto Vazquez Janeiro Isaac , Recensione: Regestutn Observantiae cismontanae (1464-1488) (Analecta Franciscana 12), in Antonianum, 58/2-3 (1983) p. 509-512 .
Summary in Spanish:

La «Commissio histórica » del Colegio de S. Buenaventura, existente antes en Quaracchi y ahora en Grottaferrata, nos ofrece en este volumen la edición de un manuscrito autógrafo del siglo XV, el cual figuraba antiguamente en la Biblioteca del Colegio de S. Isidoro (Roma) con la signatura Ar. 2. N. 23, y se conserva actualmente en el Archivo Secreto Vaticano, Monasteri soppressi, Franciscalia I.

El presidente de dicha Comisión, P. Clemente Schmitt, traza en la «praefatio», con escrupulosa precisión, la prehistoria de esta edición; dice que «iter habuit permotum tortumque », lo cual no puede referirse al texto del MS, si es que desde 1949 a 1952 quedó ya totalmente transcrito e ilustrado con notas tomadas « ex pluribus operibus », sino a la misma Comisión editora, acerca de la cual, entre otros percances, anota el pro­loguista que unos miembros venían, otros se iban, otros se dedicaban a cosas varias, y alguno, en fin, ni siquiera eso, sino que simplemente «ibi mansit». Finalmente, el 23 de noviembre — fiesta de S. Clemente — de 1980, el P. Schmitt, como presidente de la Comisión, ponía «punctum ultimum» al trabajo suyo y de sus nuevos socios; es fácil imaginarse la trepidante emoción con que él habrá fijado ese punto final, que señalaba para él la consecución de un amor de juventud, nunca del todo abando­nado; fue él, en efecto, quien, recién llegado a Quaracchi en el lejano octubre de 1950, colaboró con otros miembros veteranos para que la trascripción e ilustración del MS se ultimasen — como queda dicho — en 1952; y fue también él — único superviviente de la vieja guardia — quien acompañó las cuartillas del MS en el viaje de traslado desde Qua­racchi a Grottaferrata en 1971, y desde aquí a Asís, el 1 de diciembre de 1980, para someterlas a los tórculos; y fue él, en fin, quien tuvo la dicha de saludar este volumen, que se abría a la luz del sol — como almendro en flor — el día 10 de febrero de 1983, después de 30 años de incubación. Lejos de nosotros el sumarnos al número de aquellos — ordinariamente irresponsables o malévolos — que se escandalizan fácilmente y van murmurando por doquier si una publicación científica se retrasa, no siis lustros, sino seis meses; la experiencia nos enseña que una obra seria tiempo quiere, y que la prisa no suele ser buena consejera. Los PP. Editores nos confirman que el tiempo, en este caso, ha jugado a su favor, permitiéndoles rehacer « ex toto » el texto de las notas, modernizar los ficheros bibliográficos hasta 1980 y, en fin, sustituir por otras nuevas muchas de las amarillentas cuartillas. Por todo lo cual, al presidente y a los colaboradores de la Comisión histórica — o « histórica Comisión», como se dice, indistintamente, en el prólogo — vaya, no nuestra crítica, sino nuestra felicitación por haber sacado a luz este Regestum, tan bien, y tan tarde.

Los textos que aquí se publican son documentos emanados en actos de oficio por cinco vicarios generales de la familia observante cismontana y registrados por sus respectivos secretarios en un libro o regestum des­tinado ad hoc. Cubren escasamente un periodo de 24 años, más exacta­mente desde el 20-5-1464 hasta el 13-1-1488. Están distribuidos trienio por trienio, que era el tiempo que duraba un vicario en el cargo. Los vicarios, a que se refiere el Regestum, algunos reelegidos una y otra vez, son los siguientes: fr. Marcos de Bolonia, 1464-67, 1469-72; fr. Bautista de Levanto, 1467-69; fr. Ángel Carletti de Chivasso (de Clavasio), 1472-75, 1478-81, 1484-87; fr. Pedro de Ñapóles, 1475-78, 1481-84; y fr. Juan de Sestri (de Sigestro), 1487-90. La observancia cismontana comprendía, además de las de Italia, las vicarías franciscanas que se extendían más allá de los Alpes por la Europa oriental hasta Polonia; pero, de hecho, los documentos registrados casi todos se refieren a las actividades de los vicarios generales en Italia. Y aun con relación a Italia hay que decir que no todas las actividades fueron registradas; hay muchas lagunas, y de algunos trienios quedan mínimas noticias: culpa quizás de los vicarios que no pasaban los docu­mentos a sus secretarios, o culpa tal vez de éstos que no los anotaban. Uno de los vicarios que más empeño puso e hizo poner para que sus « res gestae» no fuesen devoradas por la corriente del ingrato Leteo fue el meridional fr. Pedro de Ñapóles, quien logró perpetuar su solo segundo trienio en 244 páginas, casi la mitad de todo el Regestum. Varios docu­mentos del Regestum habían sido ya editados anteriormente en Annales Minorum, Bullarium Franciscanum, y en revistas, como Archivum Fran-ciscanum Historicum. A propósito de estos documentos ya publicados, nos asustamos cuando leímos en la « ratio editionis » lo siguiente: « Alii textus inserti sunt in... Sufficiebat ergo, ut eius [sz'c] "incipit" referretur et editiones notis textus traderentur»; pero luego nos calmamos cuando observamos que los Editores, olvidándose de esa norma, afortunadamente publican también aquí por entero los textos ya editados.

Huelga decir que el Regestum es una fuente de primerísimo valor, no sólo para la biografía de sus protagonistas, alguno de los cuales, Ángel Carletti, es figura relevante en la historia de la Teología por su célebre Summa Angélica, sino también para la historia de la Observancia cismon­tana y, en general, de la vida religiosa en la Italia del siglo XV. Es, además, le único Regestum de la Observancia en el siglo XV, y más antiguo que el Registrum Ordinis, o sea, del cuerpo de la Orden, el cual abarca los años 1488-1510, y del que ha sido publicada recientemente la documen­tación relativa a la península ibérica (cf. Antonianum 56 [1981] 336-450).

Con la importancia del texto corre pareja la perfección de su edición. Los Editores continúan con honor una escuela ya reconocida en el mundo. Ellos se lamentan de que a veces encontraron dificultad de lectura en algunos pasos del texto — que es único, autógrafo y de enrevesada letra), pero no será fácil que alguien les enmiende en esto la plana. Tampoco no habrá mucho más que pedir de su esfuerzo en orden a la identificación e ilustración de personajes, de lugares y de hechos históricos con enorme acopio de fuentes y bibliografía. La presentación metodológica y tipo­gráfica del texto muy cuidada y nítida.

La Introducción, escrita en latín, comprende una breve noticia sobre la existencia de los regesta en la Orden, la biografía, concisa pero precisa, de cada uno de los vicarios generales a que se refiere el Regestum, una somera descripción del MS y, en fin, la « ratio editionis ». Aquí se observa algún que otro pequeño descuido, de fácil explicación cuando se trata, como en el presente caso, de un trabajo de equipo; así, por ej., en la p. 12 se afirma: Wadding « clare distinguit regesta Ordinis, quae hoc proprio nomine appellat, et regesta familiae Observatium...»; en cambio, en la p. 30 se transcriben dos citas literales de Wadding, y en ambas éste usa, simplemente, la expresión «ex regesto Ordinis», refi­riéndose al presente Regestum Observantiae cismontanae. Luego no distin­guió, más bien confudió. La lengua latina, sin que llegue a la altura de los clásicos malabarismos de un M. Bihl, es generalmente correcta, salvo en tres páginas, en las que el vocabulario y la sintaxis se resienten algún tanto; por ej., « Eius prudentiam... admiravit [= admiratus est] etiam S. Ioannes de Capistrano » (p. 14); los conventuales « qui praeteritis tem-poribus moliti erant, üt Observatium familiam destruerent, tándem operam perditam esse perspiciebant » (pp. 14-15) [subrayado nuestro]; en la frase que sigue a continuación: « Immo... gubernaverit » (p. 15) no se sabe quién es el sujeto de « gubernaverit »: según la gramática, es «fr. Franciscus de Ruvere »; según el contexto, parece que debiera ser «fr. Marcus »; « fr. Marcus ad conspectum Summi Pontificis Pii II, tune in Urbe residentem [= residentis], se contulit» (ibid.); según la gramática, no se sabe quién eligió a quién, en esta frase: « Fr. Baptista, "quem hoc anno instituit Ioannem de Capistrano Vicarium Proviciae Orientalis"» (p. 17); « Quo in officio perduravit [= perdurabat] adhuc 1 maii 1451» (ibid.).

A continuación del texto del Regestum van dos apéndices: el primero, contiene una lista de 338 predicadores observantes italianos designados en los años 1514-1525 y en 1537 (pp. 579-591); el segundo, ofrece la lista de las provincias observantes de ambas familias, cismontana y ultramon­tana, después de 1523 (p. 592). Tratándose de cosas cronológicamente muy distantes del Regestum, no comprendemos por qué se haya querido enterrar aquí estos dos documentos, el primero de los cuales, sobre todo, merecería mayor publicidad, por tratarse de una aportación preciosa a la historia de la predicación en Italia durante la primera mitad del siglo XVI.

Dos índices, alfabético y general, cierran este Volumen 12 de Aridecía Franciscana. Sólo deseamos que el Volumen no cierre la Serie.



 
 
 
 
 
 
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