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Libri nostri: NICOLAI DE OCKHAM OFM, Quaestiones disputatae de dilectione Dei, cura et studio Caesaris Saco Alarcón OFM (Spicilegium Bonaventurianum 21),
in
Antonianum, 56/4 (1981) p. 862-864
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Sommario in spagnolo: Hacia 1270 el « agustinismo » entra en una nueva fase de su historia. Las ideas innovadoras de Aristóteles venian desde hacia anos infiltràn-dose, cada dia con mas fuerza, en los ambientes universitarios, creando una corriente que ponia en peligro la doctrina de S. Agustin, aceptada desde tiempo atràs corno « oficial » en la Iglesia.
Este temor de perder el patrimonio agustiniano, de tradición pluri-secular y hasta entonces tranquila, hace despertar en algunos sectores eclesiàsticos, corno reacción, un nuevo interés y un espiritu de lucha por conservar y defender ese patrimonio. Nace asi el neo-agustinismo. Este nuevo movimiento, substancialmente fiel a los principios « conserva-dores » del agustinismo « tradicional », pero teniendo que convivir con esa corriente « progresista » de tendencia aristotèlica, cada dia mas pujante y ya irreversible, se concretiza en un esfuerzo por encontrar una especie de «compromiso » entre ambas corrientes. Y lo realiza buscando el modo de ir asimilando en la doctrina del Obispo de Hipona elementos « moderados » de la filosofía del Estagirita.
Esta labor empeña y caracteriza en modo particular la escuela franciscana durante el ventenio que siguió a la muerte de S. Buenaventura, iniciador y promotor de esa corriente neo-agustiniana. Y en esa empresa, junto a Juan Peckham, paladín del movimiento, ocupan un puesto de honor, por lo que a Oxford se refiere, Rogelio Marston y Nicolás de Ockham.
El pensamiento de los franciscanos de ese período adquiere por ello una importancia relevante en la evolución doctrinal que va de las grandes síntesis elaboradas por el Doctor Seráfico y el Doctor Angélico (principales representantes de dichas corrientes), a la presentada treinta años más tarde por el Doctor Sutil.
Huelga, pues, hablar del interés que ofrece el conocer la doctrina de los maestros franciscanos de este período intermedio, quienes, aunque de menor talla intelectual, han servido como de puente y han iluminado el camino a Duns Escoto para llevar a cabo su genial sistema doctrinal.
Gracias al mérito y a la labor de los Padres Editores de Quaracchi sobre todo, desde hace años conocemos la personalidad, actividad literaria y doctrina de varios de los maestros franciscanos de ese período post-bonaventuriano y pre-escotista, entre ellos J. Peckham y R. Marston. En cambio de Nicolás de Ockham es muy poco o casi nada lo que se sabe. Cuando en 1932, recién presentada al público la edición crítica de las Quaestiones disputatae de R. Marston, los PP. Editores, en el intento de seguir completando su Bibliotheca franciscana scholastica, organizaban su programa de trabajo para dar a conocer al público las figuras más representativas de la escuela franciscana, habían puesto los ojos en el colega y contemporáneo de Marston, Nicolás de Ockham. De hecho al año siguiente el P. Francisco M. Henquinet daba comienzo a la transcripción dáctilo-gráfica de sus Cuestiones disputadas, con miras a una próxima edición; mas este intento — no sabemos por qué motivos — no llegó a realizarse.
Mi propósito, pues, en el presente trabajo es cubrir, en parte, esa laguna. Recientemente he publicado un estudio investigativo referente a la vida y producción literaria de Nicolás de Ockham. Ahora deseo dar a conocer algunas facetas de su pensamiento doctrinal, presentando al público la edición crítica de sus Quaestiones disputatae de dilectione Dei, en las que expone en forma sistemática y defiende su rica doctrina del amor « puro » y desinteresado a Dios, predicada por S. Francisco, recogida por el Doctor Seráfico, perfeccionada por el Doctor Sutil, y siempre viva y presente en la tradición franciscana.
La importancia, por tanto, de la figura de Nicolás de Ockham y el interés particular que ofrecen esas Cuestiones disputadas en el campo de la Escolástica salta a la vista.
Y con su publicación espero contribuir en algo, no sólo a enriquecer el conocimiento de la amplísima literatura en torno a ese género literario, tan extendido en aquel tiempo, sino también a esclarecer el firmamento todavía bastante oscuro de aquel período de la Escolástica franciscana, que media entre S. Buenaventura y Duns Escoto
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