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Informazione sulla pubblicazione:
Recensione: ANTHONY BLOOM, Meditaciones sobre un tema. Peregrinación espiritual a través del Evangelio

 
 
 
Foto Glinka Luis , Recensione: ANTHONY BLOOM, Meditaciones sobre un tema. Peregrinación espiritual a través del Evangelio , in Antonianum, 53/1-2 (1978) p. 385-386 .
Sommario in spagnolo:

El metropolita Anthony, mediante este libro, llama al hombre, ase­chado de preocupaciones externas y personales, a hacer una peregrina­ción espiritual a través del Evangelio, hasta transformarse en un « alter Christus». Porque no basta simplemente esperar que venga Cristo hacia nosotros sino hace falta salir a su encuentro, primero en la cruz, ofre­ciéndonos a nosotros mismos como sacrificio con amor para luego llegar a la alegría de la resurrección. En la primera parte (pp. 9-33), el autor del libro, nos indica algunos temas espirituales para prepararnos al viaje y para eso es necesario, en primer lugar, la virtud de la alegría que infunde coraje, voluntad, humildad y fuerza para vernos como somos y obrar un rompimiento espiritual con todo aquello que no podemos aban­donar. El hombre sin alegría es incapaz de prepararse a la lucha espiri­tual. El se encuentra rodeado  de  incertitumbres,  intereses  personales, temores y deseos que perturban la capacidad personal de descubrir a Cristo. El hombre tiene que desarrollar una lucha intensa contra su corazón hasta ponerlo en silencio completo; como así también la mente, la voluntad y su inteligencia y luego oir atentamente para percibir la voz de Cristo e inme­diatamente cumplir su voluntad.  En la segunda parte  (pp.  37-133),  el autor nos va conduciendo en un viaje espiritual mediante la meditación sobre la historia de Bartimeo, la parábola del fariseo y del publicano, la historia de Zaqueo, la parábola del hijo pródigo y las parábolas del juicio. Es necesario para viajar reunir las condiciones del ciego de Jericó, es decir, saber estar ciego a todas  las cosas que impiden al corazón de escuchar la voz de Cristo, de contemplar el reino de Dios. Es necesario orar con sentimiento de la ausencia de Dios y no hecha una imagen según la fantasía nuestra. Hace falta que nos aceptemos como somos, porque «todos somos muy deformes, y también muy miserables, y debiéramos mirarnos compasivamente los unos a los otros ». El odio, la envidia, las luchas fraticidas, las desuniones  de las iglesias  es  fruto  de querer el hombre ver al hombre con los ojos del fariseo que se justificaba de ser mejor que el publicano. El adversario no está en el próximo, sino en nosotros mismos, por eso el hombre tiene que cambiar de táctica de lucha, mudar vida, esto significa arrepentirse  de  sus  pecados,  conver­tirse, metanoia del corazón, « formar nuestra mente y nuestro corazón de suerte que tengamos la mente de Cristo ». En la tercera parte (pp, 137-153), el hombre finalmente está presente ante Cristo, mediante la renun­cia personal y la liberación del pecado. El está invitado a experimentar el significado de la cruz en la vida espiritual mediante la muerte que tiene que dar a todo lo que es obstáculo a conquistar la alegría de la resurrección. Tiene que seguir el ejemplo « de las multitudines innu­merables que, amorosa y obedientemente, han caminado en pos de los pasos de Cristo, siguiendo el largo camino, el trágico camino que nos muestra el Señor; un camino trágico, pero que conduce de esta tierra al trono mismo de Dios, al reino de Dios ».

Para terminar es necesario agregar que las meditaciones de fácil lec­tura están contenidas en los límites de la sobriedad oriental. El tema fundamental es la liberación del hombre del viejo Adán para realizar los imperativos del Evangelio. Sin embargo, nos causa pena el no haber podi­do leer todo el libro a causa de errores tipográficos, pues seis páginas del mismo están en blanco (pp. 130-131, 138-139 y 142-143), lo que no nos permite tener un cuadro completo de las meditaciones dictadas por el autor de este libro.



 
 
 
 
 
 
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