Uribe Fernando ,
Recensione: AA. VV., Francesco d'Assisi e il primo secolo di storia francescana,
in
Antonianum, 73/1 (1998) p. 172-175
.
Sommario in spagnolo: Con esta obra la prestigiosa Editorial Einaudi inicia una nueva colecciön: la «Biblioteca Einaudi». La finalidad de este primer volumen es ambiciosa y no exenta de riesgos, en cuanto pretende ofrecer una sistematizaciön completa pero a su vez sintetica, rigurosa pero a su vez accesible, no ya exclusivamente de la vida de Francisco, sino del movimiento franciscano durante el siglo XIII. La justificaciön para un tal propösito parte del presupuesto de que los estudios hechos durante las ülti-mas decadas sobre el primer siglo franciscano son fragmentarios y que algunas obras importantes, como la Histoire de la fondation et de l'evolution de l'Ordre des freres mineurs escrita por Gratien de Paris en 1928 (2' en 1982) estän ya «sicura-mente invecchiate» (cf. p. XII).
La iniciativa de este trabajo se debe al Departamento de Ciencias histöricas de Perusa, el cual asumiö la coordinaciön de los diversos temas y la responsabilidad de la ediciön, dato que no aparece senalado en el lugar debido, la primera pägina, con lo que se habrian evitado las dificultades präcticas que ofrecerä la citaciön de esta obra. El libro recoge un total de doce temas encomendados a diversos estudiosos italianos, algunos de los cuales se han dedicado durante los Ultimos 20 o 30 anos con gran interes y competencia a la investigaciön y difusiön de la historia del fran-ciscanismo. El primero de los estudios, que podria ser tomado como una introduc-ciön general, lleva por tftulo: «Storia di frate Francesco e dell'Ordine dei Minori» y fue escrito por Grado Giovanni Merlo. Los once siguientes han sido agrupados en cuatro secciones con la evidente finalidad de darle una mayor organicidad al con-junto. La primera secciön, Francesco d'Assisi e le sue immagini, trae los estudios siguientes: Giovanni Miccoli: «Gli scritti di Francesco»; Emanuela Prinzivalli: «Un santo da leggere: Francesco d'Asissi nel percorso delle fonti agiografiche»; Enrico Menestö: «La "questione francescana" come problema filologico»; Klaus Krüger: «Un santo da guardare: l'immagine di san Francesco nelle tavole del Duecento». En la segunda secciön, Le istituzioni francescane, aparecen reunidos tres temas: Lui-gi Pellegrini: «I quadri e i tempi dell'espansione dell'Ordine»; Maria Pia Alberzoni: «Chiara di Assisi e il francescanesimo femminile»; Giovanna Casagrande: «Un Or-dine per i laici. Penitenza e Penitenti nel Duecento». La tercera secciön, Frati Minori, societä, cultura, esta compuesta tambien por tres estudios: Antonio Rigon: «Frati Minori e societä locali»; Attilio Bartoli Langeli: «I libri dei frati. La cultura scritta dell'Ordine dei Minori»; Gian Luca Potestä: «Maestri e dottine nel XIII secoló». En la última sección, Prospettive, ha sido colocado el trabajo de Roberto Rusconi: «Dalla "questione francescana" alia storia».
Además de la bibliografía que cada autor juzgó conveniente emplear, los temas están enriquecidos con notas críticas de grande utilidad, en cuanto brindan una rápida visión de conjunto sobre el estado actual de la investigación en relación con el tema respectivo y a su vez una primera orientación necesaria para ampliar el estudio. La obra aparece igualmente enriquecida con una sinopsis cronológica que va de 1181/82 (nacimiento de Francisco) a 1348 (comienzo de la peste negra) desde tres parámetros: historia política, Iglesia y cultura, acontecimientos franciscanos. También es digno de mención el índice de la obras citadas, no sólo por la metodología seguida sino, sobre todo, por la abundancia y la importancia de los trabajos, que hacen de él un subsidio de grande utilidad. Al final de la obra aparece también un índice analítico que hace más fácil la consulta por temas y por nombres.
Mirada en su conjunto, la obra es de gran valor en cuanto a través de los diversos capítulos que la componen, todos escritos para la ocasión, recoge muchos de los aportes que se han dando durante las últimas décadas al estudio del francisca-nismo en sus orígenes. Se trata de un estudio que se ha caracterizado por la seriedad, el recurso a las fuentes con una metodología ordinariamente rigurosa y la confrontación con el respectivo contexto histórico. Es un estudio que ha tenido un particular eco entre los historiadores italianos, la mayoría de ellos laicos, quienes han demostrado saber manejar con gran respeto la dimensión religiosa del fenómeno franciscano, al que han tratado con la objetividad que les permite el no estar directamente involucrados en él, pero del que no siempre logran la suficiente comprensión en sus dimensiones teológicas y espirituales. A propósito de la nacionalidad de los autores, se puede decir que en varios aspectos la obra se reciente de una cierta «italianidad», en cuanto la investigación se reduce prácticamente al área italiana, especialmente en algunos temas, como los de A. Rigon («Frati minori e societá lo-cali») y A. Bartoli Langeli («I libri dei frati») o porque, lo que es más frecuente, se mira el fenómeno exclusivamente desde Italia.
A pesar del deliberado acuerdo de organicidad proyectado al inicio del trabajo por parte de los estudiosos (cf. p. XIII), el producto final no alcanza una total unidad, como por otra parte resulta inevitablemente en obras de este género. En efecto, no todos los capítulos tienen el mismo nivel, pues varían los enfoques y los métodos. Tal se puede observar, por ejemplo, en el alcance que se le da al primer siglo franciscano, pues mientras varios de los estudios lo llevan normalmente hasta la segunda o tercera década del siglo XIV, G. Casagrande lo lleva hasta 1289 con la bula Supra montan de Nicolás IV, G. Merlo se detiene en 1274, año de la muerte de Buenaventura y M. P. Alberzoni sólo llega en su estudio hasta 1263, fecha de la Regla urbaniana para la Orden de santa Clara; en este caso "el primer siglo franciscano" se reduce a 50 años. Desde otro punto de vista, E. Menestó prácticamente trata la cuestión franciscana exclusivamente desde su problemática filológica, en un estudio por lo demás de grande interés. K. Krüger investiga la iconografía del siglo solamente a partir de siete retablos «historiados». Por su parte el trabajo de R. Rusconi es tan genérico y tan generalizante que solamente encuentra cabida a través de una sección que parece hubiese sido creada exclusivamente para él bajo el imponderable título de Prospettive.
Pasando a una visión más particular de algunos de los trabajos presentados, quisiéramos observar en primer lugar que el capítulo de Merlo, Storia difrate Francesco e dell'Ordine dei minori, recoge con gran habilidad los resultados de la reciente investigación al respecto o, al menos, se coloca en la misma línea de los estudios hechos particularmente por Th. Desbonnets, D. Flood y G. Miccoli, especialmente en lo relacionado con la evolución de la Fraternidad a la Orden, la no suficientemente aclarada manipulación de la jerarquía de la Iglesia durante el proceso de la aprobación de la Regla y las interminables críticas a la obra de Buenaventura.
El estudio de G. Miccoli sobre los escritos de Francisco es en gran medida una síntesis de cuanto al respecto se ha dicho hasta ahora, particularmente gracias a los trabajos hechos por K. Esser, substancialmente no superados hasta ahora, a pesar de las oportunas críticas que en especial se han hecho a la propuesta de esa ambigua categoría que él llamó «opúsculos dictados». Las mejores observaciones críticas de Miccoli se encuentran sin duda en el n. 4 de su trabajo, aunque algunas de ellas merecerían un análisis más detenido, como la que atribuye a la interpretación que hizo Buenaventura de Francisco la lectura condicionada de sus escritos (pp. 55-56). En este apartado toma también posición contra la tesis de Th. Matura sobre el predominio del teocentrismo sobre el cristocentrismo en los escritos de Francisco con argumentos no suficientes (pp. 60-61). Por lo demás, tampoco aquí este inquieto estudioso renuncia a romper su discurso con excursus ciertamente interesantes pero que distraen de la temática central (cf. a título de ejemplo las pp. 55-56; 65-66), a-demás de los frecuentes incisos tan típicos de su estilo, que lo hacen a veces difícil de seguir.
El capítulo de E. Prinzivalle dedicado a la presencia de Francisco en las fuentes hagiográficas recoge a su manera lo que se ha estudiado sobre ellas durante los últimos años y demuestra tener una buena información al respecto. Asume pacíficamente la colocación cronológica del Anónimo de Penisa y de la Leyenda de los tres compañeros antes de la Vita secunda de Tomás de Celano, tesis que se ha ido imponiendo durante los últimos años. No le faltan algunas observaciones agudas, como las diferencias del contenido de la carta enviada por Crescencio de Jesi con la orden de recoger los datos sobre san Francisco según las tres versiones que aparecen en la Chronica XXIV Generalium, en la «Carta de Greccio» y en el Prólogo de la 2Celano (p. 87). Por lo demás, en contraste con el relativamente largo espacio dedicado a la bula Mira circa nos, en el que ha resaltado con justicia su importancia hagiográfica, dedica un espacio muy corto a Julián de Spira, a pesar de que lo juzga importante, y apenas hace mención de Enrique d'Avranches. El apartado dedicado a la Compilatio Assisiensis y al Speculum perfectionis (pp. 109-114) es tratado con un método diferente de los precedentes y termina casi en forma de ex abrupto.
El capítulo escrito por E. Menestó está dedicado a la «cuestión franciscana». Este estudioso se refiere al tema desde lo que él considera el centro mismo del problema, es decir, la filología y la crítica literaria. Dedica una buena parte de su disertación a presentar el trabajo de R. Manselli («Nos qui cum eofuimus») desde sus presupuestos metodológicos y hace una penetrante crítica a los resultados del mismo como contribución a la «cuestión franciscana»; según él, tales resultados no son determinantes para la misma, pues le faltó un studio de la tradición manuscrita y de la procedencia de la expresión «nos qui cum eo fuimus» y de las frases afines. Menestó propone un nuevo enfoque para el tratamiento de todo el problema a partir de los criterios metodológicos de Karl Lachmann, la ecdótica. Tal replanteamiento debería llevar a establecer de una manera mucho más fiable todos los textos de las fuentes franciscanas. Creo que este trabajo, precisamente por su carácter proyectivo, está llamado a ser un punto de referencia necesario para el próximo desarrollo de la «cuestión franciscana».
A pesar de los límites señalados, por otra parte inevitables en trabajos de este género, no hay duda de que esta colección de estudios es de gran valor, en cuanto puntualiza los principales problemas de interpretación historiográfica y recoge los resultados obtenidos por la creciente e incansable investigación franciscanista de los últimos años. Estamos seguramente ante un excelente instrumento de trabajo y, sobre todo, ante un complemento útil para el estudio de la historia del primer siglo franciscano, para el que, no obstante, todavía sigue siendo necesario el recurso a la obra aún no superada de Gratien de Paris, la Histoire de la fondation et de l'evolution de l'Ordre des fréres mineurs.
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