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Recensione: AUER J. - RATZINGER J., Curso de Teología Dogmática

 
 
 
Foto Glinka Luis , Recensione: AUER J. - RATZINGER J., Curso de Teología Dogmática, in Antonianum, 53/3-4 (1978) p. 632-634 .

La Iglesia es la comunidad de aquellos que viven con fe y abandono completo las promesas de Cristo, anticipando así su felicidad desde el presente histórico para llegar al destino definitivo de la felicidad sobre­natural. La Iglesia como « Sacramento supremo de Cristo » ha de realizar su proprio destino porque es el sacramento de la salvación para todos los hombres. Ella ofrece a todos los medios necesarios que son los siete sacramentos instituidos por Cristo para llegar a la gloria eterna. Los sacramentos no son medios individuales sino comunitarios que abrazan, la responsabilidad de todos. Cada sacramento tiene precisamente esta función de signo, revisión de la fe, ejercitada en los diversos momentos de la existencia cristiana, viviendo comunitariamente. Los autores se proponen, con un análisis de los datos históricos y teológicos y en modo claro, ofrecer con una síntesis dogmática, el valor teológico actual y real de «los Sacramentos de la Iglesia», a excepción de la Eucaristía que lleva un tratado separado. Consideramos pues de cerca cada sacramento. El sacramento del bautismo como acto eclesial empeña a! neobautizado en la incorporación a la Iglesia, al sacerdocio bautismal y a la filiación divina porque purifica del pecado original y personal. Los fundamentos de esta verdad están precisamente en la Sagrada Escritura. El sacramento de la confirmación como institución divina, origina los efectos de la parti­cipación siempre más conciente a la vida divina mediante el « don del Espíritu» por lo cual nos capacita para ser « testigos del reino de Cri­sto », es decir: « El que te ha convertido en miembro de su Iglesia sin tí, en el bautismo, no te convertirá en apóstol de su Iglesia sin tí». No se trata de recibir un sacramento más por la seguridad de la salvación pro­pia (egoísmo salvífico), sino más bien la preocupación por el reino de Dios, para el servicio del hermano: « no disgustéis al Espíritu Santo de Dios, en el cual fuisteis sellados para el día de la redención» (Ef. 4,30). También el sacramento de la penitencia es un acto eminentemente eclesial. Con este sacramento el pecador restablécese los lazos de amor, de co­munión con Dios y con la comunidad eclesial. Todo pecado crea un desorden en la vida espiritual y corporal del pecador que debe purificarse mediante el misterio de este sacramento que: « configura con Cristo al sujeto que recibe este sacramento, en cuanto que el Hijo de Dios hecho hombre recibió sobre sí en la cruz el juicio del Padre y así superó la maldición del pecado ». Con el sacramento de la penitencia esta unido el sacramento de la unción de los enfermos que es un verdadero y propio sacramento, instituido por Cristo. Los autores con un análisis bíblico e histórico presentan una panorámica de las diversas interpretaciones que ha tenido durante la historia y entre otras cosas escriben: « la concepción de la enfermedad como un camino posible y probable hacia la muerte pondrá de manifiesto la importancia de este sacramento para el momento decisivo de nuestro morir» (p. 256). Por última, siguen los dos sacramentos por su carácter prevalentemente social, la consagración sacerdotal y el matrimonio. Estos dos sacramentos son eclesiales porque no son para la salvación personal, sino que están al servicio de la Iglesia, de la comunidad cristiana. Se recibe uno para el otro, para la comunidad creyente. Para eso los autores tratan de demostrar con el testimonio bíblico y tradicional que son dados por Cristo para el servicio de la vida de gracia de los fieles en la Iglesia que es el cuerpo de Cristo. Los autores han querido superar la concepción manualística anterior, en la cual los sacramentos eran vistos separadamente con una concepción indi-vidualística de la propia salvación sin tener presente la responsabilidad de cada uno para con el próximo o con la ritualización sacramental de los mismos. Esos son la vida de la Iglesia comunitaria en Cristo. En este sentido el estudio de la sacramentología tiene que orientarse, englobando como principio Cristo, su cuerpo la Iglesia haciéndola ramificar luego en los diversos sacramentos: «El (Cristo) constituyó a su cuerpo, que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación » (LG, 48).