Carbajo-Núñez Martín ,
Vivir en la verdad en la era de la Inteligencia artificial, (19.03.2024), (27) (originale in Inglese),
in
Blog: www.cssr.news, 27-ES (2024) p. 2
.
La inteligencia artificial (IA) forma ya parte de nuestras vidas. No es un mero instrumento, sino un ambiente de vida. ¿Cómo habitar responsablemente este nuevo entorno cultural en el que todos estamos inmersos? ¿Cómo «vivir en la verdad» en la era de la IA?
«Emocionantes oportunidades y graves riesgos»
AI, en sus múltiples formas, ofrece «emocionantes oportunidades y graves riesgos»[1]. Promete, por ejemplo, «una revolución en los procesos de recopilación, organización y verificación de los datos», así como «importantes innovaciones en la agricultura, la educación y la cultura»[2]. También puede «contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes» (JCS 2024).
Al mismo tiempo, la IA facilita que cualquiera pueda producir y difundir contenidos que serán difíciles de diferenciar de las noticias reales, difuminando así la distinción entre verdad y falsedad. De hecho, desde mayo a noviembre 2023, «los sitios web que albergan artículos falsos creados por la IA han aumentado en más de 1.000 por ciento, según NewsGuard». El periódico Washington post concluye que la IA se está convirtiendo en un «gran super-difusor de desinformación»[3]. Otro artículo muestra que ChatGPT ofrece diferentes resultados según la versión utilizada. Curiosamente, a veces las versiones más recientes y actualizadas proporcionan resultados más imprecisos.
Nicholas Carr afirma que «la red impide que nuestras mentes piensen profunda y creativamente». Por su parte, Alessandro Baricco habla de los «nuevos bárbaros», que prefieren la velocidad a la reflexión y las emociones a los sentimientos. Algunos autores han bromeado llamando a los medios de comunicación: «armas de distracción masiva».
Los sistemas de IA generativa están aumentando estos desafíos, convirtiéndose potencialmente en una fuente de «contaminación cognitiva». Por ejemplo, pueden crear imágenes y mensajes de audio muy realistas (JCS 2024). Además, se sabe de estudiantes que están presentando como propios algunos trabajos totalmente realizados con aplicaciones de IA.
Aprender del pasado a vivir en la verdad
Ya en el siglo primero, el poeta Decimus Iunius Iuvenalis lamentaba el populismo de los emperadores romanos, que mantenían al pueblo anestesiado y callado proporcionándole «pan y circo». En ese contexto social, los Padres de la Iglesia alertaban sobre el peligro de convertirse en espectadores y actores en una pseudo-realidad sin consistencia ontológica. El principal riesgo que percibían no era tanto el contenido violento o inmoral de los espectáculos, sino el peligro que representaban para la verdad, ya que difuminaban la distinción entre realidad y ficción. Al ver estos programas, la gente experimentaba emociones fuertes, pero no se sentía motivada a revisar su estilo de vida ni a luchar contra la injusticia.
«Por qué será que el hombre quiere encontrar en el teatro el dolor, cuando contempla sucesos tristes y trágicos, y, sin embargo, no quiere padecerlo. El espectador quiere sentir dolor, y ese dolor le satisface. Qué es esto sino una especie de sorprendente locura. […] Pero qué compasión es ésa si se trata de algo fingido, escenificado. No se mueve al espectador a que socorra a alguien, sino solamente a que se compadezca, y el autor teatral es más alabado cuanto más consigue mover al espectador » [4].
Tertuliano (155-240) afirma que esos espectáculos son incompatibles con la fe cristiana, porque contradicen la «ratio veritatis» de la creación. Nadie se siente responsable, solo excitado y curioso.
Hoy necesitamos vivir en la verdad
En la era de la IA, también nosotros necesitamos «vivir en la verdad», es decir, sintiéndonos responsables y en continuo discernimiento. El sistema socioeconómico actual no busca que la gente piense, sino que compre. Aldous Huxley y Neil Postman lo han recordado de manera sugerente[5]. La distracción sin sentido y la diversión insustancial están dando forma a una cultura brillante pero superficial. Muchas personas están conectadas y «conocen vagamente los dramas que afligen a la humanidad, pero no se sienten comprometidas, no viven la compasión» (JMP 2016). Caen así en el relativismo y en la trivialidad indolente, perdiendo la empatía, la solidaridad y la capacidad de contemplar la creación.
La formación y el crecimiento humanos requieren silencio, discernimiento e interiorización. Las emociones, intensas y efímeras, deben dar paso a los sentimientos, que «son siempre expresión de una interpretación personal y reflexiva del sujeto» (A. Bissi; cf. M. Scheler).
Platón solía afirmar que el ser humano necesita siete años de búsqueda silenciosa para conocer la verdad y al menos catorce para aprender a comunicarla a los demás. Necesitamos cultivar la capacidad de «saborear el valor del silencio y de la contemplación». Tenemos también que formarnos «en la relectura de las propias experiencias y en la escucha de la conciencia»[6]. Sólo así podremos vivir sabiamente, pensar en profundidad y amar con generosidad (LS 47).
Martín Carbajo-Núñez, ofm
[1] Francisco, «Mensaje para la 58 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales» (JCS), (24.01.2024), en Internet: https://www.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/20240124-messaggio-comunicazioni-sociali.html
[4] San Agustín, Las confesiones, III, 2, 2.
[5] Postman N., Amusing ourselves to death, New York 2006; Huxley A., Brave new world, New York 1932.
[6] Sínodo de los Obispos: XV Asamblea General Ordinaria, Documento preparatorio: Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, c. III, § 4. Cf. Carbajo-Núñez Martín, Being a Franciscan in the Digital Age, Tau Pub., Phoenic (AZ) 2021, 174.
Key words: Inteligencia artificial, Verdad
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