Carbajo-Núñez Martín ,
Inteligencia artificial y educación, (27.05.2024), (29),
in
Blog Accademia Alfonsiana, 29 (2024) p. 2
.
Los sistemas de Inteligencia Artificial (IA) se han utilizado de múltiples formas en el ámbito educativo: editores de texto, asistentes inteligentes, algoritmos de búsqueda, traductores, etc. El 30.11.2022, se produjo un salto cualitativo con el lanzamiento de ChatGPT, un programa de IA generativa, capaz de "producir textos sintáctica y semánticamente coherentes"[1]. En sólo dos meses, el programa alcanzó más de 100 millones de usuarios. Rápidamente, salieron al mercado muchas otras aplicaciones que generan textos (Bing, Bard, YouChat, etc.), imágenes (Dall-E, Midjourney, Leonardo, Jasper, etc), audios, videos.
El uso creciente de estas aplicaciones en el ámbito educativo ha provocado reacciones entusiastas y también desconcierto. ¿Prohibirlas o ayudar a los alumnos a usarlas de manera crítica y creativa? ¿Cómo identificar el posible plagio y asegurar el rigor científico de los trabajos?
El Papa Francisco reconoce que "los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes". Al mismo tiempo, advierte que estos sistemas "pueden ser instrumentos de 'contaminación cognitiva', de alteración de la realidad" (JCS 2024, 7). Se está creando un nuevo ambiente cultural que obliga a las instituciones educativas a discernir sobre "los aspectos sociales y éticos" y sobre "los métodos de enseñanza y formación". Ante todo, dice el Papa, se deberá "promover el pensamiento crítico" y el uso responsable de datos y contenidos", de tal modo que se refuerce el pluralismo y la fraternidad universal (JMP 2024, 7).
Abundante literatura
La literatura sobre IA y educación es abundante. Ya en 2015, el documento de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible (ODS4) invitaba a poner la IA al servicio de una educación de calidad[2]. La UNESCO sigue promoviendo esa reflexión[3]. El 23.11.2021, adoptó una recomendación sobre la ética de la IA con particular atención, en el ámbito octavo, a la educación[4]. En 2022, la Comisión europea publicó directrices éticas sobre la educación y la formación de los educadores[5].
En estos y otros documentos se pide que los algoritmos de la IA sean transparentes para que se pueda verificar los criterios, los objetivos y las fuentes que usan, reduciendo así el peligro de sesgos selectivos o discriminatorios.
Algunos desafíos para los estudiantes
Seguramente, los estudiantes fueron quienes acogieron con más entusiasmo ChatGPT y los sucesivos programas de IA generativa por las facilidades que ofrecen para buscar información precisa sobre cualquier tema y para elaborar los trabajos de clase. Ha aumentado así la tentación de caer en el plagio y de perder la motivación por el aprendizaje. Si todo les viene dado, ¿para qué esforzarse? Esto puede llevarlos a no desarrollar la creatividad, el pensamiento crítico, las habilidades y las competencias que son necesarias para aprender de manera autónoma.
Desafíos para los docentes
La IA obliga a reformular el papel de los docentes y eventualmente podría amenazar muchos de sus puestos de trabajo. Algunos de ellos temen que la IA los haga demasiado dependientes de la tecnología y los obligue a hacer un gran esfuerzo para adquirir las competencias necesarias para utilizar la IA e interpretar sus resultados. Se lamentan de carecer de los recursos necesarios para implementarla en el aula y se sienten desconcertados ante la dificultad para detectar el plagio y evaluar los trabajos escolares.
Muchos otros, sin embargo, han percibido las grandes posibilidades que la IA les ofrece, por ejemplo, para automatizar tareas como la corrección de exámenes o la atención personalizada a estudiantes con necesidades especiales. La IA puede individuar rápidamente los aspectos en que cada estudiante encuentra más dificultades, orientando así la tarea formativa. Liberados de algunas tareas, los docentes pueden centrarse en otras, por ejemplo, en la planificación de las clases, la evaluación del aprendizaje y la interacción con los estudiantes.
El esfuerzo de los docentes debe estar en sinergia con el de la familia, para potenciar los valores relacionales como la empatía, la compasión y la fraternidad, que pueden ser soslayados en un ambiente dominado por la tecnología.
Un nuevo modo de entender la tarea formativa
Lo deseable es integrar adecuadamente la IA en la tarea formativa, afrontando sus riesgos y potenciando sus posibilidades. Más que medidas de contención, se necesita creatividad. No basta con evaluar resultados, se debe acompañar a los alumnos en el proceso de aprendizaje e investigación. Por ejemplo, para afrontar la tentación del plagio puede ayudar el diálogo con los alumnos cuando entregan sus trabajos, pero sería mejor que se les acompañara en todo el proceso de elaboración, invitándoles a que usen la IA como recurso inicial y que evalúen y debatan en clase los resultados que les ofrece.
Son muchas las propuestas ya publicadas en el web sobre cómo usar la IA en clase[6]. El debate continúa y todos estamos invitados a participar en él.
Martín Carbajo-Núñez, ofm
[5] Comisión Europea, «Aprendizaje digital y TIC en la educación», in Internet: https://digital-strategy.ec.europa.eu/es/policies/digital-learning
[6] Ejemplos de cómo usar IA en la educación: https://onlinedegrees.sandiego.edu/artificial-intelligence-education/#:-:text=Tutoring%3A%20AI%20systems%20can%20%E2 %80%9Cgauge,abstract%20assessments%20such%20as%20essays.%E2%80%9D (Acceso: 1.02.2024).
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