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Rivista Antonianum
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Foto Oviedo Lluis , Recensione: Clemens Sedmak, Sozialtheologie: Theologie, Sozialwissenschaft und der "Cultural Turn", in Antonianum, 77/2 (2002) p. 365-367 .

Definir la tarea de la teología en el momento actual no es una empresa fácil. Hemos asistido en el último siglo a diversos .giros. o turns teóricos: el antropológico, el social, el histórico, el crítico, el terapéutico y . ahora . el .cultural.. En contacto con cada nueva tendencia en el campo intelectual, la teología ha tenido que adecuarse a las nuevas condiciones para replantear su misión en la Iglesia y

en el marco amplio de la sociedad. A todo ello hay que añadir el incremento de reflexividad que se observa en los últimos años entre diversos autores, que vuelven su mirada sobre el discurso teológico para comprender mejor su estatuto y la cualidad de su aportación.

En este contexto de revisión y nuevas propuestas debe ser bienvenido el ensayo del joven profesor austríaco Sedmak, quien nos presenta un ambicioso proyecto teológico tras el .giro culturalista.. Se trata de una revisión metodológica que conecta a la teología con la realidad social y sienta las bases para una .opción por los pobres.. El proyecto de una .teología social. no es nuevo, pero sí lo es la

metodología seguida, que aprovecha los instrumentos que provee la crítica cultural, la teoría cognitiva y la investigación social en clave sistémica.

Sedmak se remonta a un análisis de nuestros procesos cognitivos habituales para situar mejor el sentido de la teología como .tarea epistémica.. No es difícil, puesto que, tras el cultural turn, somos más conscientes de nuestra necesidad de distinguir y categorizar, o de organizar la realidad a partir de modelos cognitivos que nos permitan .comprender. las cosas y los eventos. Del mismo modo, la

dimensión religiosa también se vive como un proceso de distinciones y de establecimiento de categorías o .tipos. capaces de integrar u ordenar una infinita multitud de experiencias. Aquí entra en juego la teología, convocada a realizar una continua tarea epistémica., consistente en revisar y actualizar nuestras distinciones y de renovar los tipos que nos guían en nuestra percepción religiosa de la realidad, a veces en claro contraste con otras visiones. La teología se sirve como herramienta

de .distinciones. pertinentes, que a su vez se aplican en la praxis cristiana (67).

Son de gran interés las aplicaciones que se deducen de dicho principio: el sentido .profético. o .alternativo. que asume a menudo dicha tarea, en contraste abierto con otras formas de categorizar la realidad; las virtualidades que ese método asume en el campo hermenéutico o exegético; la necesaria configuración de la teología como una .gramática. de la praxis creyente, algo que concuerda con

Lindbeck y su proyecto de .teología postfundacionalista.; la utilidad de este método para la lectura de los .signos de los tiempos.; la capacidad de asumir las novedades, un desafío que ya tematizó Newman; y . sorprendentemente . su virtualidad para reproponer la función del Magisterio, en el sentido de instancia que delimita los márgenes del trabajo epistémico, o la legitimidad de distinciones

y categorías (96 ss.).

La segunda parte del libro se dedica más a las aplicaciones o a la realización concreta del proyecto de una .teología social.. Tras un análisis del carácter social y cultural de lo humano, el autor señala la presencia en ese ambiente de lo que denomina .teologías silenciosas. (stumme Theologien). Se trata de las categorías que presiden en último término muchas de las visiones culturales. La teología que

asume un sentido .social. se convierte en instancia de análisis y crítica frente a esas .teologías latentes., que sirven para leer y entender el mundo, están sólidamente establecidas y a menudo consagran situaciones injustas. De ahí se deduce un estatuto de interacción o diálogo entre las ciencias sociales y la teología, útil para ambas partes (150), en el sentido de que la teología puede .observar. distinciones o categorías que la ciencia social no logra de por sí tematizar. De hecho

toda visión de la realidad, también la que proveen las ciencias sociales, implica una.teología incógnita., cuyas consecuencias se reflejan en el modo de ordenar la cosas y en la forma de conceder mayor o menor importancia a las mismas. El autor aplica de modo consecuente su análisis en tres de esas ciencias: la economía, la historia y la antropología cultural.

La tercera parte prosigue la tarea anunciada de forma más explícita, al hacer de la teología una .hermenéutica del mundo social. (221). Su intención es señalar el carácter inevitablemente contextual que asume la teología y la consiguiente necesidad de situarla en una cultura y de realizar opciones, más allá de la ilusión de neutralidad (233), lo que desemboca en un modelo de conocimiento no tanto

a partir de sentimientos, sino de .compromiso. (commitment) y de conocimiento por .familiaridad. (acquaintance) (240) que permita realizar un análisis teológico de la esfera social y justifique la .opción por los pobres. como orientación fundamental de la teología. El autor añade un repaso de lo que denomina.Sozialtheologie. en el periodo patrístico, así como un apéndice en el que expone

sus interpretaciones de algunos de los mayores nombres en la historia del pensamiento

social.

La obra de Sedmak constituye una bocanada de aire fresco en el actual panorama teológico, especialmente centroeuropeo, tan necesitado de nuevas inspiraciones.

No es casual que una buena parte de sus fuentes y de los textos que cita sean de procedencia angloamericana. Algo está cambiando en el ambiente teológico germánico, y Sedmak es uno de los que empujan, como ya ha demostrado en otras intervenciones en revistas teológicas, a menudo en abierta polémica con colegas de otra .generación. o sensibilidad. Es importante rescatar la labor teológica respecto de ciertas derivas secularizantes, proponer la seriedad de la teología como

tarea epistémica, su contribución al análisis social y sus prestaciones insustituibles.

El .giro cultural. se convierte en Sedmak en un .giro teológico. que vuelve a dar a esa tarea un norte, una causa, un objetivo generacional claro. Todo ello se logra como resultado de un consciente y riguroso ejercicio interdisciplinar, que evidencia una vez más (por si no lo han dejado claro Marshall, Milbank, Murphy o Van Huyssteen) que la renovación de la teología, como en otras épocas, depende

también de su capacidad de interactuar con otras disciplinas y con las filosofías

contemporáneas.

Si a pesar de nuestra entusiasta recepción, hay aún algo que reprochar, habría que limitarse sólo a la necesidad de prolongar ese esfuerzo y de matizar algunas de las afirmaciones que realiza en el delicado marco de la relación entre teología y ciencias sociales. Quienes nos ocupamos desde hace años de ese campo, sabemos que las realidades son mucho más complejas, y que una opción por los pobres

puede conducir a decisiones epistémicas aparentemente opuestas a sus intereses, al menos desde una visión simplista; y que en todo caso, el trabajo epistémico al que se convoca la teología debe ser completado por una cláusula pragmática y de falibilidad, es decir debe integrar una dimensión empírica y de posible falsación, de lo contrario se podrían reproducir los errores que han afectado a algunas

teologías políticas movidas por la mejor intención. Son detalles que posiblemente puedan ser integrados en la futura maduración de ese esquema, entre el nivel cognitivo y el práctico.


 
 
 
 
 
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