Uribe Fernando ,
Relationes Bibliographicae: Los Escritos de Francisco de Asis. Una nueva propuesta editorial,
in
Antonianum, 78/1 (2004) p. 143-152
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Sumario en espaņol:
Motivados por el creciente valor que cada día se le está dando a los Opúsculos de san Francisco de Asís y reconociendo la vigencia que por sí mismos tienen, varios estudiosos italianos especialistas en el Medioevo nos ofrecen una nueva edición que lleva por título: Francesco d’Assisi, Scritti. Testo latino e traduzione italiana, Editrici Francescane, Padova 2002, IX, 638 pp., 21 cm.
El título escogido, Scritti, sigue la corriente de la mayoría de los editores en lenguas modernas, quienes lo prefieren al de Opuscula, propuesto por Luke Wadding en su edición monumental de 1623 y asumido más tarde por Leonhard Lemmens (1904) y Kajetan Esser (1976) en sus respectivas ediciones críticas.
Según la declaración explícita que aparece en la presentación general (p. VII), no se trata de una nueva edición crítica, pues los editores toman como base la edición de Esser tanto para los textos como para la división interna de los mismos, aunque frecuentemente se sirven del códice 338 de la Biblioteca de Asís como texto de referencia, dejando además en libertad a los estudiosos que prepararon cada uno de los Escritos para introducir los cambios que consideraran necesarios.
El volumen comienza con una breve Presentación y una Introducción general dividida en tres partes. El cuerpo central está dedicado a los Escritos distribuidos en varias secciones, con sus correspondientes introducciones particulares, y a un Apéndice con elementos de varias cartas que se suelen atribuir a Francisco. La parte final contiene diversos subsidios e índices que facilitan su consulta. En su conjunto, el libro ofrece una buena presentación tipográfica, con títulos guía en los encabezamientos de página, con signos convencionales al interior de los Opúsculos que marcan la división en versículos, cuyos números fueron colocados en las márgenes externas, mientras en las internas aparecen las referencias a las fuentes, tanto las bíblicas como las otras; por decisión explícita de los editores, las frases bíblicas presentes en los textos no fueron evidenciadas tipográficamente. La edición de los Escritos trae al pie de página las eventuales variantes indicadas por los editores, aunque no siempre.
La introducción general contempla tres grandes temas. El primero (pp. 1-37), firmado por R. Rusconi, está dedicado a Francisco escritor; en él se hace un recuento de los principales aspectos relacionados con la composición de los Escritos, pero con grande pericia el estudioso evita caer en los lugares comunes, haciendo ver en cambio los diversos grados de la presencia y de la intervención del Santo en ellos. En el segundo tema (pp. 39-72) L. Pellegrini se ocupa de la transmisión de los Escritos, dedicándole un espacio especial a la tradición manuscrita, en el cual expone sus hipótesis y conclusiones sobre la fecha de la sección del códice 338 de Asís que contiene la más antigua colección de ellos; describe también las tres grandes familias de manuscritos y presenta una información general sobre las primeras traducciones italianas y las ediciones impresas de los Opúsculos. C. Vaiani presenta en el tercer tema (pp. 73-94) la dimensión teológica desde la cual pueden ser leídos los Escritos, además de la histórica; después de plantear los presupuestos que deberían guiar una lectura teológica, hace un recuento de los elementos de la espiritualidad de Francisco de Asís que él juzga esenciales, de los cuales desarrolla mejor los que se refieren al origen trinitario de los mismos.
La primera sección del libro, dedicada a Gli scritti autografi, le fue confiada a A. Bartoli Langeli, quien ofrece una introducción general a los mismos y otras dos particulares dedicadas respectivamente a la Chartula de Asís y a la Carta a fray León. Las “Alabanzas del Dios Altísimo” y la “Bendición a fray León” aparecen también precedidas de sendas presentaciones; la división interna del primer texto fue hecha según la líneas del manuscrito, mientras que el segundo trae la división de la edición esseriana. De la Carta a fray León se ofrece la trascripción y la edición interpretativa. En las introducciones el estudioso recoge de forma sintética los resultados de sus últimos trabajos sobre el particular, así como los aportes que en algunos casos dieron otros, en especial C. Paolazzi. Los “Autógrafos” son sin duda los escritos de Francisco mejor estudiados después de la edición de Esser y sobre los cuales se han ofrecido los resultados más significativos, en gran parte debidos a Bartoli Langeli; por lo mismo, esta sección es la que contiene los elementos más novedosos y útiles de todo el volumen. Se trata además de resultados en los que en algunos casos se puede observar la evolución entre 1994 y 1999 de las conclusiones del mismo estudioso.
La segunda sección lleva por título: Laudi e Preghiere, en la que tan sólo fueron recogidas las cinco siguientes: “La Oración sobre el Padre Nuestro”, “Las Alabanzas para cada hora”, “El Oficio de la Pasión”, “El Saludo a la Virgen María” y “El Saludo a las Virtudes”, reservando otro sitio para las demás. Después de una introducción a todas ellas, C. Vaiani hace una presentación particular de cada una. Son introducciones que se reducen a los tópicos fundamentales, sin descender a los aspectos técnicos; en algunos casos ofrece, en síntesis, valiosas orientaciones para su comprensión y, sobre todo, para la identificación del texto según su valor intrínseco. En la edición de las Alabanzas para cada hora fue suprimida la conjunción et al comienzo del estribillo y en la del Oficio de la Pasión fueron respetados, por fortuna, los Salmos 8 y 13, a pesar de que no aparecen en el códice 338.
Bajo el título: Le laudi volgari es dedicada una pequeña sección a la “Oración ante el Crucifico”, al “Cántico del hermano sol” y a la exhortación cantada Audite Poverelle. Son tres textos que abarcan un lapso de 20 años de la vida de Francisco y que tienen como único elemento común, que justificaría, según los editores, su reunión en una sección independiente, el haber sido compuestos en el dialecto umbro que hablaba el Santo; con todo, conviene anotar que el factor “alabanza” sólo brilla en el segundo, pues el primero es una oración impetratoria y el tercero una exhortación. En la introducción común, C. Paolazzi resalta los motivos de tipo cultural y biográfico que intervinieron en su composición. La presentación particular de la “Oración ante el Crucifijo” resalta su origen sálmico; la del “Cántico del hermano sol” trae las noticias fundamentales sobre las circunstancias de su composición, insiste, también él, sobre la importancia de tomar los mismos Escritos de Francisco como clave primera para su interpretación y se refiere a la transmisión del texto; la de Audite Poverelle contiene una síntesis de las noticias sobre el redescubrimiento de este texto, sobre su autenticidad y sobre su contenido.
La cuarta sección se abre con el título: Le Regole dell’Ordine dei Frati Minori y es introducida por L. Pellegrini, quien la dedica casi por completo al proceso redaccional de la “Regla no bulada”; sólo hacia el final hace de paso una comparación con las grandes líneas de la “Regla bulada”. El mismo estudioso hace a continuación la presentación particular de la “Regla no bulada” en la que expone sus hipótesis para explicar las variantes existentes sobre este documento, critica los criterios seguidos por Esser y Flood para restablecer el texto original en sus respectivas ediciones críticas y enuncia los que lo guiaron en la presente edición.
En la sección dedicada a Le Regole entran ex abrupto tres cartas de Francisco: “Carta a un Ministro”, “Carta a los Clérigos” y “Carta a los Custodios”, no anunciadas en la introducción. La presentación de los tres documentos es hecha por G. G. Merlo; de la “Carta a un Ministro” estudia el problema no resuelto relacionado con la identificación de su destinatario, se refiere al contenido de sus dos partes y recoge las opiniones comunes sobre la fecha de composición; la presentación de la “Carta a los Clérigos” resalta la naturaleza del documento, hace una rápida alusión a su contenido y enuncia los motivos por los cuales eligió el texto del códice 338 de Asís (recensio posterior) y no el más antiguo del códice del Subiaco (hoy en la Biblioteca Vallicelliana de Roma); de la “Carta a los Custodios” trata sobre su autenticidad, la fecha de composición y hace algunas observaciones sobre su contenido. Al final presenta, sin mayores discusiones, las razones para no incluir en esta publicación la “Segunda Carta a los Custodios”.
El tema aglutinante de Le Regole, enunciado en la cuarta sección, retorna con los “Fragmentos” de la Regla no bulada y con la “Regla bulada”; de ambas presentaciones se ocupa L. Pellegrini. El subtítulo en interrogativo (“¿Fragmentos de otra redacción de la Regla no bulada?”), colocado en la primera presentación, es ya un indicio del enfoque hipotético con que el estudioso afronta la cuestión relacionada con la independencia de estos textos y, aunque reconoce que el debate sobre este problema está todavía abierto, se muestra poco partidario de que procedan de una redacción diversa de la Regla de 1221. La edición de los “Fragmentos” tiene el valor de señalar en negrilla los elementos añadidos y en cursiva los substituidos, además de indicar en nota las variantes u omisiones verificables en los textos. La presentación de la “Regla bulada” afronta en síntesis los tópicos comunes y ahonda un poco más en la figura de Francisco como su autor; hace ver cómo las diferencias con la “Regla no bulada” refuerzan la unidad del texto y la institucionalización de la Fraternidad.
En esta misma sección son colocadas sucesivamente otras tres cartas con sus respectivas introducciones. La primera es la “Carta a san Antonio”, presentada de forma breve por A. Rigon, quien pone de relieve la naturaleza del documento, su fecha de composición y su contenido, a la vez que retorna al cuestionamiento de su autenticidad basado en su escasa tradición manuscrita. Sigue la “Carta a toda la Orden”, en cuya presentación G. G. Merlo ofrece una rápida visión sobre su naturaleza, la fecha de composición, su contenido y los problemas que plantea su unión con la oración Ominipotens que aparece al final en casi toda la tradición manuscrita. El mismo Merlo presenta la “Carta a las Autoridades de los pueblos” haciendo alusión a las hipótesis sobre la fecha de composición y a las grandes líneas de su contenido. Se trata de una carta que, por carecer de tradición manuscrita, presenta casi los mismos problemas de la “Segunda Carta a los Custodios” publicada por Esser; fueron éstos los argumentos esgrimidos para no publicar ésta última en nuestro volumen, pero que, curiosamente, no fueron tenidos en cuenta para el documento que nos ocupa, la cual es reconocida auténtica sólo a partir de los argumentos de crítica interna.
La colocación en esta parte del volumen de la “Regla para los eremitorios”, nos recuerda que estamos todavía en la sección dedicada a Le Regole. L. Pellegrini plantea el problema del título de este opúsculo y opta por el genérico que traen algunos códices: De religiosa habitatione in eremis; aunque reconoce la autenticidad de este opúsculo, pone de manifiesto el carácter normativo que tiene el texto y la minuciosidad de sus normas, que lo diferencian de otros Escritos de Francisco; con relación a su composición, deja abierto aun amplio espacio que va desde 1217 a 1224.
“La forma de vida” y la “Ultima voluntad” para santa Clara y las hermanas de S. Damián, a pesar de ser dos textos cortos, le merecieron a M. Pia Alberzoni una amplia presentación conjunta. Después de detenerse sobre las declaraciones que hace Clara en el capítulo VI de su Forma vitae, propone para ambos una fecha de composición bastante tardía, es decir, después del 29 de noviembre de 1223, aunque sin una argumentación suficiente. Luego presenta los motivos que harían sospechosa la autenticidad de los dos fragmentos atribuidos por Clara a Francisco; la estudiosa se mueve en el terreno de las hipótesis, a partir de su interpretación de las tensiones que se suscitaron con relación a la cura monialium de las Damianitas por parte de los Hermanos Menores, en especial a partir de la deposición de fray Elías en 1239. Se trata de una aguda lectura del contexto histórico que acompañó la composición de la Regla clariana, la cual merecerá, sin duda, la atención de los especialistas, pero cuyas conclusiones, en cuanto tienen que ver con los dos textos en cuestión, no podrán hacer caso omiso de un análisis minucioso de los mismos, tanto desde el punto de vista literario como de su contenido, en el contexto de otras fuentes primitivas, sobre todo de los otros Escritos de Francisco.
En la presentación del “Testamento”, G. Merlo pone de relieve su importancia no sólo en cuanto expresa las convicciones personales de Francisco y su proceso de fe, sino por su estrecha relación con la Regla; da por descontada la autenticidad de este documento y se refiere brevemente al influjo que tuvo en la Vita prima de Tomás de Celano y a las discusiones que culminaron con la declaración pontificia sobre su no obligatoriedad en la bula Quo elongati de Gregorio IX (1230).
En este lugar del volumen aparece ya esfumada del todo la sección dedicada a Le Regole. Sin más indicaciones, a continuación son colocadas las “Admoniciones” y otros dos importantes textos, identificados también en este caso por los editores como “cartas”.
Las “Admoniciones” son presentadas ampliamente por G. Merlo, quien comienza aludiendo al consabido problema de la identificación de estos textos que, por otra parte, son atribuidos a Francisco por diversos testimonios antiguos. El estudioso se ocupa luego del proceso redaccional, durante el cual se suele admitir la intervención de uno o más “redactores”, con los evidentes problemas que de ello se derivan, no fáciles de resolver, sobre todo cuando se trata de verificar el uso que hicieron de las fuentes y de diferenciar los aportes de Francisco de los que ellos hicieron. Toca de paso el tema de la estructuración del texto a partir de las afinidades que se dan entre algunas de las 28 Admoniciones, pero no lo afronta; como es sabido, sobre él hay un debate entre varios comentaristas que proponen las más diversas soluciones. La presentación se cierra recogiendo las ideas comunes sobre los destinatarios de estos opúsculos y sobre la amplia franja que se suele fijar como probable fecha de composición, es decir, entre 1220 y 1230.
Una de las cartas editadas a continuación es identificada como Lettera ai Fedeli - A, que corresponde a la “Carta a los Fieles, segunda recensión” de la edición esseriana. En su presentación R. Michetti comienza refiriéndose a la gran difusión que tuvo este texto desde el comienzo, como lo demuestra la abundante tradición manuscrita que lo contiene, lo cual es un indicio de la aceptación que tuvo; no duda de su autenticidad, siempre que se acepte la mediación de algunos colaboradores, en un momento no fácil de precisar, aunque la alusión a su enfermedad que hace el Santo en el encabezamiento, hace suponer que debió ser escrita después de 1223. Partiendo sólo de la amplia lista de destinatarios que trae el encabezamiento de la carta, y sin tener en cuenta el cuerpo de la misma, el estudioso comprende entre los mismos a los Hermanos Menores. Después de hacer una descripción del contenido de las cuatro partes en que suele ser dividida la carta, concluye con algunas observaciones acerca de su valor, destacando que es una especie de síntesis de la reflexión cristiana de Francisco. A diferencia de los otros Escritos, la edición de éste es la única de todo el volumen que ofrece notas explicativas y comentarios a algunos pasajes.
La Lettera ai Fedeli - B corresponde a la “Carta a los Fieles, primera recensión” de la edición de Esser. Es presentada también por R. Michetti quien se preocupa de hacer ver el contexto que la rodea en el manuscrito de Volterra, el único que la contiene. Sobre las relaciones de este texto (redactio brevis) con la redactio ampla, se refiere a las dos posiciones de los estudiosos: por una parte la de P. Sabatier, W. Goetz y K. Esser, quienes afirman que la redactio brevis es una primera redacción de la ampla, por lo cual debe tener la prioridad cronológica; por otra, la de L. Lemmens y H. Boehmer, quienes la juzgaron como un extracto hecho en un segundo tiempo. Refiriéndose al contenido de esta carta distribuido en dos partes, Michetti resalta su carácter marcadamente penitencial y señala en especial la concisión de su lenguaje y la ausencia de referencias personales de Francisco, a diferencia de lo que sucede con la redactio ampla, con la que hace una veloz comparación; esto lo lleva a concluir que estamos ante una síntesis de ella. Creo que sus argumentos podrían emplearse de igual forma para juzgar este texto como una redactio prior; por otra parte, hay algunos asuntos no resueltos en su estudio como, por ejemplo, la no explicación de la ausencia en este resumen de un pasaje tan importantes de la redactio ampla como la consideración cristológica de los vv. 4-15. Resulta difícil suponer que un sintetizador hubiese querido ignorar un pasaje que precisamente le habría dado un mejor fundamento teológico a su pretendida presentación concisa de la vida en penitencia. Algo semejante se podría decir de otros pasajes.
La quinta sección de nuestro volumen aparece identificada de forma más definida con el título: Parabole, “Logia”, Detti y se inspira en lo que ya había hecho L. Wadding en 1623, cuando recogió en la tercera parte de su obra, con un insuficiente sentido crítico, una cantidad considerable de collationes, apophtegmata, colloquia, prophetiae, parabole, exempla, etc. En nuestro caso se trata de una colección de ocho loghia tomados casi todos de las fuentes hagiográficas; son textos que, por su análisis interno, se consideran auténticos en su sustancia. En la presentación que hace del conjunto, G. Miccoli justifica su publicación, después de una amplia consideración sobre la abundancia en la primitiva literatura franciscana de “dichos” atribuidos a Francisco. Dice que su autenticidad no se puede excluir a priori, pues no todos son construcciones artificiales, dado que en su reconstrucción los hagiógrafos estaban sometidos a ser acusados de infidelidad en caso de que no correspondiesen a la verdad; afirma además que para establecer si un “dicho” es auténtico, no basta verificar su necesaria coincidencia con los Escritos del Santo, pues en algunos casos sus “compañeros” podrían camuflar sus intereses interpretativos con las palabras conocidas de él. Declara que con esta búsqueda no pretende obtener nuevos opúsculos de Francisco sino rescatar algunas de sus palabras y discursos que formaron parte de ese núcleo de lo que enseñó y predicó, que no quedó consignado en el corpus de sus Escritos.
Los ocho textos son los siguientes: 1. “La parábola de la mujer del bosque fecundada por un rey” (“Sermones de Odón de Cheriton de 1219); 2. “Discurso en el Capítulo de las esteras” (Compilatio Assisiensis 18); 3. “Los siervos inútiles” (1Celano 103); 4. “El testamento de Siena” (Compilatio Assisiensis 59); 5. “Exégesis de Ez 3,18” (2Celano 103); 6. “La «máxima obediencia»” (2 Celano 152); 7. “La verdadera alegría” (Ed. Esser); 8. “Nunca fui un ladrón” (Compilatio Assisiensis, 15). La colocación de los cinco primeros sigue el orden cronológico deducido del contexto en que aparecen. Después de cada texto siguen las explicaciones que justifican su propuesta. Miccoli advierte que esta colección no pretende ser completa; su intención es sólo abrir un camino de identificación de estos “dichos”, pero advierte que debe hacerse con “paciente cautela, convencidos de que no siempre llevará a resultados ciertos o plenamente persuasivos” (p. 504). Creo que el valor del intento de Miccoli está ante todo en que no se ha contentado con las declaraciones de intención y la señalación de criterios metodológicos para detectar los loghia, a las que ya estábamos acostumbrándonos, sino que se ha resuelto a pasar a las propuestas concretas. Como afirma el mismo estudioso, estamos ante una cuestión abierta, cuya solución todavía aparece lejana. De todas maneras, los dos textos que habían sido rescatados por Esser (“Testamento de Siena” y “La verdadera alegría”), propuestos aquí de nuevo, ya parece que han superado la criba de la crítica; esperamos que los otros sean sometidos igualmente a un saludable análisis, a fin de que, también en el campo de los loghia, podamos acercarnos cada vez mejor al pensamiento original de Francisco de Asís.
La discutida y discutible propuesta de los Opuscula Dictata hecha por Esser en su edición crítica, sólo ha merecido un “Apéndice” en este volumen. En él fueron recogidos seis fragmentos de fuentes primitivas (biografías y crónicas) que hacen alusión a cartas escritas por Francisco, de las cuales se conoce la existencia y al menos parte de su contenido, pero no su forma literaria. Ordenadas según su probable orden cronológico, son las siguientes: 1. Cartas a Hugolino de Ostia; 2. Carta al ministro provincial y a los hermanos de Francia; 3. Carta a los ciudadanos de Bolonia sobre el terremoto de 1222; 4. Carta a Clara y a las hermanas sobre el ayuno; 5. Carta a Jacoba de Settesoli; 6. Carta de bendición y de absolución a Clara. De cada texto G. Miccoli ofrece una corta pero suficiente explicación crítica.
Sobre la bibliografía usada en este volumen, los editores se debieron plantear un dilema no fácil de resolver: o colocarla en una lista única y bien ordenada, para evitar repeticiones inútiles, o reunirla por sectores temáticos al final de cada opúsculo, a manera de orientación bibliográfica para cada uno; al parecer, prevaleció este segundo criterio. Sólo tres o cuatro opúsculos carecen de bibliografía específica. Es necesario advertir que, aunque en su conjunto la masa de los estudios presentados es abundante, no es completa, más aún, en algunos casos resulta insuficiente; en su mayoría los autores y los trabajos propuestos proceden del ámbito italiano.
El precedente y largo recuento de las secciones en que aparecen distribuidos los Escritos de Francisco en este volumen, ha hecho ver la dificultad de encuadrar a varios de ellos en determinados sectores, bien sea por su contenido múltiple en cuanto a temas y géneros literarios, bien por su difícil datación, hasta el punto que en un momento dado la confusión nos produce la impresión de encontrarnos ante un verdadero pasticcio. La intención expresada por los editores de ordenar los Escritos según el grado de la interioridad del Santo que ellos reflejan (cf. p. VII), parece en principio un buen criterio guía, pero desafortunadamente no resulta aplicable en el caso del Pobrecillo; para evitar caer en apreciaciones subjetivas, debería obedecer en el fondo a la siempre deseada fijación exacta de su cronología, meta que hasta ahora ha sido imposible de lograr. El presente intento de distribución se suma a los muchos que hasta ahora se han hecho, sin resultados positivos, lo cual es un argumento más en favor de una propuesta neutra, como fue la que hizo Esser con su distribución según el orden alfabético de los títulos. Como lo he expresado en otra ocasión, por fortuna los editores tuvieron la buena idea de colocar entre los índices de este volumen la lista alfabética de los opúsculos (pp. 636-637) la cual, a la hora de la verdad, es la mejor orientación para su uso práctico.
Los textos editados merecerían una evaluación más técnica y reposada para verificar hasta qué punto se produjo el anunciado miglioramento testuale de la edición esseriana (p. VII); por lo mismo me reduzco a algunas anotaciones que puedan servir al lector para darse una idea sobre el trabajo hecho.
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En el Officium Passionis [OffPass]1,1 colocan annuntiavi, en vez de nuntiavi propuesto en la edición crítica de L. Gallant.
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OffPass 1,3 han cambiado mala pro vobis por mala pro nobis, cuando las variantes y el Salmo bíblico (108,5) traen mala pro bonis, tal como aparecerá más adelante en el mismo OffPass 5,14.
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OffPass 1,9 colocan ad auxilium meum respice en vez de la versión litúrgica in auxilium meum respice.
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En “Carta a toda la Orden”, 42 colocan placare Deum pero traducen piacere a Dio, según la variante placere Deo [Deum?] del códice de la Biblioteca Nacional de Breslau.
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A la 1Epistola ad Fideles (en esta edición Epistola ad Fideles - B) debería restituírsele el título de la rubrica que trae el códice de Volterra: “Haec sunt verba vitae et salutis quae si quis elegerit et fecerit inveniet vitam et auriet salutem a domino”; de esta manera se contribuiría a identificar mejor la naturaleza de este escrito. Valdría la pena recuperar su división interna en tres secciones, según las letras mayúsculas en rojo del códice.
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En la 2Epistola ad Fideles, 56 (en esta edición Epistola ad Fideles - A), en vez de “…habere talem fratrem et filium”, se debería tener en cuenta la versión más antigua: “…habere talem fratrem et talem filium”, come aparece en el lugar paralelo de 1EpFid 1,13.
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En la “Regla no bulada” XVI,3, nota 86, el que omite es Esser y no Flood.
A la luz de lo que precede se tiene la impresión de que los cambios no son muy significativos ni desde el punto de vista cuantitativo ni cualitativo. Más aún, en algunos casos puntuales se colaron errores evidentes de lectura.
Quisiera agregar una palabra sobre otro de los valores de esta edición al haber optado por una traducción literal (no literaria) de los textos; el resultado en su conjunto es bastante positivo aunque, como ocurre con frecuencia en trabajos adelantados por varias personas, no siempre se logró la armonía en la puntuación, ni la unidad de la terminología, como por ejemplo, con la palabra frater, casi siempre traducida como “fratello”, pero algunas veces como “frate”. De todas maneras, tengo la impresión de que estamos ante una de las más seguras y fiables traducciones italianas de los Escritos de Francisco que se han publicado hasta el momento.
La parte final de volumen está enriquecida con varios subsidios de grande utilidad. En primer lugar fue colocada una tabla cronológica con los principales datos que acompañan el arco de la vida de Francisco. A continuación viene la lista de Siglas y Abreviaciones, divididas en siete secciones, quizá demasiadas, frente a la tendencia actual de presentarlas en una o eventualmente en dos, para facilitar su búsqueda; en este mismo sentido se debe señalar la adopción de algunas Siglas que se prestan a confusión, bien sea por lo sintéticas (criterio económico), bien por un no necesario afán de novedad. Al final fueron colocados los Índices, cuatro en total: citas bíblicas, citas litúrgicas, citas de autores eclesiásticos y un completo índice temático.
Al intentar un balance global de esta edición, merecen ser resaltados los aportes siguientes: el haber recogido todos los resultados de los últimos trabajos sobre los Autógrafos de Francisco, en particular los de A. Bartoli Langeli; el llamar la atención sobre el valor incalculable del Códice 338 de Asís al tomarlo como punto de referencia, aunque es obvio que una verdadera edición crítica no podrá nunca olvidar el conjunto de la tradición manuscrita; el haber puesto mano al espinoso tema de los loghia de Francisco con propuestas concretas, que seguramente abrirán nuevos caminos y obligarán a afinar aún más los criterios de su identificación; el ofrecer una edición bilingüe con traducción al italiano más literal y confiable; el haber abierto la discusión sobre la autenticidad de algunos Escritos, como los fragmentos de la forma vitae y de la ultima voluntas dirigidos a santa Clara, o sobre el proceso redaccional de otros, como las dos recensiones de la Epistola ad Fideles, o el haber resucitado otras discusiones, como la autenticidad de la Epistola ad Custodes II.
Después de todo, es necesario recordar que no estamos ante una nueva edición crítica sino, más bien, ante un trabajo que recoge gran parte de las inquietudes que surgieron después de la edición de Esser, a la cual se le reconoce su valor pero cuyas propuestas no han sido aceptadas en su totalidad; el actual volumen indica una evidente actitud crítica ante ella. Aunque el resultado final acusa una cierta falta de unidad, la libertad asumida por los editores frente a algunos pasajes de los textos se puede tomar como una provocación y un estímulo a nuevos estudios. La verdad es que, como reconoce sensatamente Luigi Pellegrini, así como los trabajos anteriores, cualquier otro trabajo posterior, comprendido el actual, encierra en sí algo de subjetivo y de opinable que deja el espacio abierto a ulteriores hipótesis de trabajo, con las consiguientes verificaciones (cf. p. 70).
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