Gibu Alfonso ,
Recensione: Alister E. McGrath, Spiritualitā cristiana. Una introduzione,
in
Antonianum, 78/3 (2003) p. 592-595
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Sumario en espaņol:
Un difundido uso de la palabra espiritualidad hace necesario, para quienes la usan, precisar los límites y el contenido específico de su significación. Muchas veces se intenta definir el concepto de espiritualidad dentro del propio contexto (definir la espiritualidad en el contexto de la propia espiritualidad), lo que podría entenderse como una definición tautologica; además, el desarrollo y la concepción estarían circunscritos a un sólo contexto, lo que limitaría su validez para otros contextos, y, por lo tanto, no podría ser considerada una definición científica si es que se sigue el esquema racional de la validez científica, ese esquema fundado en la posibilidad de generalización o universalización del concepto definido. Todo esto podría hacer pensar que el discurso de la espiritualidad es un discurso científicamente incomunicable. Sin embargo el contexto cristiano que acepta esta imposibilidad científica como una maravillosa operación del Espíritu Santo, ha visto en el curso de la historia de la espiritualidad la concretización de la generalización del singular y del particular en el acontecimiento de Jesucristo personalizado por tantos hombres espirituales cristianos.
Esta introducción, a modo de manual, a la Espiritualidad cristiana, evitando un planteamiento histórico (como el propio autor menciona al inicio del libro), prefiere introducir al lector, estudiando la relación entre teología y espiritualidad a los grandes temas, personajes y escuelas de la espiritualidad; una introducción conceptual, teórica y metódica en la espiritualidad cristiana; inicia Alister con un discurso que va desde una extensión ecuménica del concepto “espiritualidad” recogiendo la diversidad y multiplicidad de la tradición cristiana, a una comprensión tipológica de la “espiritualidad cristiana” teórico-aplicativa-ilustrativa, con un discurso que siguiendo la dimensión dogmático-bíblica, fundamento teológico de la espiritualidad cristiana, se centra en los grandes temas de la teología dogmática, y en las imágenes bíblicas que han servido como recursos para la espiritualidad; y metódica, en un análisis de una pequeña muestra de textos espirituales clásicos, se propone un método de lectura, que se formula como aplicable a cualquier texto espiritual, y que quiere motivar una recepción productiva de los mismos. En sí estas tres ofertas dividen de hecho el texto en tres partes, ofertas que vienen operativizadas y actualizadas con cuatro excelentes apéndices y tres útiles índices que permiten manejar con facilidad el texto.
En la primera parte, capítulos 1 y 2, intentando encontrar una definición única, Alister recoge analíticamente algunas definiciones operativas de la espiritualidad propuestas por diversos autores, confrontándolas en modo de obtener similitudes y diferencias que puedan llevar a una intuición de esa deseada definición única. Posteriormente pone la atención en el concepto de "misticismo", usado en la historia como sinónimo de "espiritualidad", pero que evita usarlo en este libro por la problemática que ha sido asociada a su desarrollo. Esta concepción de la espiritualidad permite a Alister formular una posibilidad de clasificación de la espiritualidad en diversos tipos, teniendo en cuenta los siguientes factores: las variables personales, las consideraciones denominacionales y la actitud del autor espiritual frente al mundo, la cultura y la historia. Variables personales, estéticas, psicológicas y sociológicas que hacen ver la importancia de la colocación histórica del autor, la misma que define sus recursos bíblicos y teológicos; consideraciones denominacionales: católico, ortodoxo o protestante, que tienen puntos comunes pero al mismo tiempo variables teológicas importantes como la dimensión mariana de la espiritualidad; la actitud frente al mundo, la cultura y la historia, que es explicada por Alister siguiendo el análisis que Geoffrey Wainwright hace del libro Cristo y la Cultura, escrito por Richard Niebuhr en 1951, como una manera útil de comprender los diversos tipos de espiritualidad; dos no recomendables: Cristo contra la cultura, hostilidad negativa; Cristo de la cultura, asimilación negativa; y tres recomendables: Cristo más allá de la cultura, encarnada; Cristo y cultura en relación paradójica, tensión que conduce a una vida cristiana auténtica; y Cristo que transforma la cultura, fuertemente sacramental.
En la segunda parte, capítulos 3, 4 y 5, clarificando los aspectos positivos y negativos de la relación entre la teología y la espiritualidad cristiana, Alister intenta sobre esta base relacional comprender la importancia de algunos aspectos de la teología para la espiritualidad; siete importantes aspectos: la creación, la naturaleza y el destino del ser humano, la Trinidad, la encarnación, la redención, la resurrección y las cosas últimas. Una relación fundamentada en la fe como contenido objetivo y como acto subjetivo en estrecha conexión; y que vista positivamente ayuda a comprender que la teología incide en el modo de considerar el mundo y en el modo de vivir en él, además, el modo de adorar y orar incide con fuerza en la teología; y que vista negativamente, puede causar el empobrecimiento de una de ellas cuando la otra es supervalorada. Relación estrecha entre la teología y la espiritualidad que permite a Alister afrontar espiritualmente algunos temas de la teología siguiendo un simple y efectivo método estructurado de tres partes: explicación, aplicación e ilustración. Explicación que comprende el modo como se ha desarrollado la doctrina cristiana en la rica tradición de las sucesivas reflexiones teológicas y también algunas consideraciones sobre los fundamentos bíblicos de la misma. Aplicación, que pone de relieve la importancia de la doctrina para la espiritualidad, mostrando los diversos modos en que la teología soporta, alimenta y estimula la espiritualidad cristiana. Ilustración que teniendo como base los testimonios de algunos autores, quiere dar un ejemplo de cómo ese tema doctrinal se puede traducir en la práctica espiritual. La importancia para los cristianos de la lectura y meditación de la Biblia ha permitido que muchas imágenes en ella hayan tenido un gran influjo sobre las diversas expresiones de la espiritualidad; imágenes como: la fiesta, el viaje, el exilio, la lucha, la purificación, la interiorización de la fe, el desierto, la subida, la luz y las tinieblas, el silencio, nos muestran que en la espiritualidad es más fácil reflexionar sobre una imagen que elaborar un pensamiento.
En la tercera parte - capítulos 6 y 7- Alister enfrenta de manera directa uno de los grandes problemas religiosos de la actualidad, la visulización y la espacialización de lo espiritual, casi siempre considerado inobjetivable, y expresa la necesidad actual del hombre de hacer visible y localizable las temáticas usualmente teóricas y abstractas de la fe cristiana. Necesidad de tocar a Dios que debe tener en cuenta el inseparable y constante peligro de la idolatría. Visualizar a Dios en la encarnación, en la creación, en los sacramentos, en el símbolo de la cruz, acompañados de aquella saludable tradición apofática. Visualizaciones que puede permitirnos continuar aquella bellísima tradición de narrar (no es igual que hacer historia) que ha servido ha dar forma a la existencia concreta de todos los hombres de todos los tiempos. Existencia concreta que puede ser estructurada en el tiempo siguiendo los ritmos de la fe, que desde el inicio de la Iglesia han estado presentes, el año cristiano: Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua; la semana Santa: del Domingo de ramos a la resurrección; el día monacal, la liturgia de las horas etc.. Existencia concreta en lugares concretos, arquitectura en relación con la espiritualidad para estructurar nuestros espacios sacros o gozar de aquellos espacios sacros que son metas tradicionales de peregrinaje. Visualización y espacialización que han permitido a muchos autores comunicar las propias experiencias espirituales, en narraciones y descripciones que se han transformado en un invalorable tesoro de la tradición. Textos que deben ser afrontados metódicamente, en modo de obtener el máximo provecho. Sabiendo que todo texto está dirigido a un público implícito y que tiene un objetivo, podemos interrogarlo comenzando por el autor y los destinatarios, el contexto histórico y cultural de la obra, las imágenes bíblicas utilizadas, de qué quiere convencer el autor, que cosa quiere el autor que yo haga, que cosa he conseguido con esta empresa de lectura. Simple serie de preguntas que estructuran un efectivo método de lectura que Alister aplicará en la última parte a algunos textos espirituales clásicos.
Al final la obra proporciona una interesante, aunque reducida, lista de direcciones internet que ofrecen temas de espiritualidad, acompañándola con un útil glosario que permite clarificar conceptos, que usualmente se confunden en medio de la multiplicidad y diversidad de la espiritualidad cristiana; además, sugiere algunas lecturas que pueden ayudar al lector a acercarse personalmente a los textos; sugerencia que empieza por obras de carácter general y ofrece una bibliografía espiritual clasificada en épocas y escuelas; aspectos actuales, generales y particulares que permiten introducir al lector en la disciplina de la espiritualidad, una disciplina hasta hoy confusa en su concepción y desarrollo. Quizás estaríamos mucho más contentos con esta lectura introductiva a la espiritualidad si el autor hubiera dedicado una parte de esta introducción a la relación entre la espiritualidad y la antropología, disciplina sin la cual creemos que no se podría entender hoy todo lo que significa una experiencia espiritual del cristiano.
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