Oviedo Lluis ,
Recensione: JUAN L. RUIZ DE LA PENA, Crisis y apología de la fe. Evangelio y nuevo milenio ,
in
Antonianum, 72/2 (1997) p. 320-321
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Sumario en español:
El autor de la obra que recensionamos, J. L. Ruiz de la Peña, ha sido uno de los teólogos más conocidos en España. Después de publicar numerosos estudios y estupendos manuales (es famosa su escatología La otra dimensión, amén de sus libros de antropología) nos ha legado a sus lectores esta "apologética" pocos meses antes de morir, una obra que tiene mucho de recopilación de sus preocupaciones en el campo del diálogo interdisciplinar - del que era un gran maestro - y de testimonio de una fe viva y profundamente pensada, en medio de las pruebas a que la someten la razón moderna y la ciencia.
Uno de los puntos que despiertan mayor interés en este libro es la atención que presta a la «cuestión apologética», a los aspectos veritativos de la fe cristiana y a la confrontación con algunas de las tendencias culturales que más han afectado a los núcleos del cristianismo. Ruiz de la Peña dedica dos tercios de su obra al análisis y refutación de los argumentos que se exhiben hoy en contra de la fe cristiana en las áreas filosófica y científica, proveyendo al mismo tiempo respuestas que reivindican la vigencia y razonabilidad de la propuesta evangélica.
El libro se introduce con un repaso de los orígenes del «lado oscuro de nuestra cultura», que identifica de forma paradigmática en Comte, Feuerbach y Nietzs-che; de ellos parten las tendencias cientifistas y nihilistas que perduran en nuestros días, a pesar de su demostrada inconsistencia teórica y, sobre todo, práctica. A continuación el autor se detiene en un análisis de la situación intelectual española y de sus críticas contra la fe, para lo cual toma cinco ejemplos que reflejan otras tantas posturas características frente a la propuesta cristiana, al tiempo que pone en evidencia sus límites e incoherencias.
La segunda parte se dedica a los «desafíos» que debe afrontar el anuncio de la fe, como preparación a la acogida del mensaje de salvación: el desafío cientifista, el antropológico, el ético y el ecológico. El autor sigue un procedimiento similar en cada caso: se describe con gran honestidad la posición teórica de algunos autores representativos, se analizan las consecuencias de la misma para la fe cristiana y se presenta la critica desde una argumentación bien construida. El primer «dasafío» está representado por P. Davies, R. Dawkins y S. W. Hawking, quienes en sus libros de divulgación científica han sostenido tesis que afectan de forma explícita a la visión cristiana de la realidad y del ser de Dios. El autor muestra las debilidades de tales tesis: su cientifismo, su «inhabilidad filosófica» y su «desinformación teológica». El segundo desafío procede de las pretensiones seudocientíficas del programa de «inteligencia artificial» desde A. Turing hasta el presente. También en este caso se desmontan las extrapolaciones en campo antropológico, que a menudo caracterizan a algunos de los protagonistas y divulgadores de ese intento técnico. El desafío ético se plantea cuando la reflexión sobre la moral exige la ausencia de Dios o bien cuando la justa reivindicación de una «ética sin religión» ignora los límites y dificultades de su empresa. El desafío ecológico surge de las críticas a los componentes «teológicos» o cristianos en la cultura de explotación indiscriminada de recursos naturales; también en este caso se evidencian las aporías de los reproches ecologistas.
La tercera parte del libro es más propositiva; ha sido concebida como una «propedéutica para la evangelización», es decir como exposición de las condiciones previas que facilitan la acogida del mensaje cristiano. En concreto el autor se refiere a la necesaria revisión del concepto de «racionalidad», a la recuperación de la «cuestión del sentido» y a la invitación a redescubrir la «significatividad de Dios». El último capítulo se consagra al análisis de algunas cuestiones eclesiales de gran actualidad. También en esta última parte predomina el tono apologético, pues se trata de problemas que afectan a la credibilidad del anuncio cristiano, hoy muy matizada por los debates en curso, que alcanzan también a cuestiones muy prácticas de la vida cristiana y eclesial. Cabe resaltar del conjunto de ideas y sugerencias vertidas en estas páginas conclusivas la reivindicación bien argumentada de un concepto de razón que escape del reduccionismo cientifista y se abra a la trascendencia, consciente de lo incompleto de una razón que no tome en consideración las preocupaciones de carácter filosófico y teológico. La cuestión del sentido se convierte entonces en un tema inaplazable a pesar de los intentos de las filosofías postmoder-nas y nihilistas; el autor demuestra la dificultad a nivel antropológico de concebir una vida que no se ponga dicha cuestión. Del mismo modo Ruiz de la Peña refuta todo intento de restar relevancia a la cuestión de Dios, que vuelve a estar en el centro de la vida de la sociedad y de la cultura, siempre que se sepa descubrir el rostro de un Dios personal, y no las imágenes deístas de la divinidad, y se afronte con la mayor lucidez teológica y práctica la cuestión de la teodicea.
El último capítulo inicia con una reivindicación de la Iglesia como realidad institucional imprescindible para la vida de la fe, frente a todo intento minimalista, para la que reivindica su carácter confesante, orante, misional y fraterno. AI final repasa las cuestiones de la democracia en la Iglesia, el papel de los laicos y el celibato ministerial. De forma ponderada advierte sobre los riesgos de algunas posturas demasiado críticas y poco previsoras, al tiempo que evidencia las carencias actuales, que reclaman una mayor atención.
Ruiz de la Peña nos ha regalado un libro de lectura amena, escrito en un castellano que dignifica el lenguaje religioso y lleno de argumentos de gran utilidad a la hora de pensar la fe y de afrontar los retos que los creyentes tenemos planteados en la coyuntura actual. Lo más importante y valioso en esta obra, y en una buena parte de la carrera del teólogo fallecido, es quizás su coraje al tomarse en serio las razones de los críticos de la fe cristiana y ofrecer respuestas eficaces; con ello muestra la necesidad de la apologética y su fecundidad tanto al mantener abierto el debate con la filosofía y la ciencia, como al neutralizar sus ataques, aunque aprendiendo siempre de sus razones. Con su desaparición la teología española, y también la europea, pierden a un apologista auténtico, heredero de la tradición de Justino, tanto más necesario cuanto que esa tarea de «dar razón de la propia esperanza» respondiendo a quienes la niegan, ha sido algo descuidada en muchos ámbitos de la reflexión eclesial. El último libro de Ruiz de la Peña puede ser leído como una especie de «testamento teológico» que nos invita a tomar en consideración los retos de las ciencias empíricas y humanas, aparte de los ya clásicos que plantea la filosofía, haciendo así de la reflexión teológica una labor de diálogo más allá de los límites de la comunidad creyente, algo que también los científicos agradecerían.
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