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Recensione: Grzegorz Dobroczynski, Einsicht und Bekehrung. Ausgangspunkt der Fundamental-Theologie bei Bernard Lonergan

 
 
 
Foto Oviedo Lluis , Recensione: Grzegorz Dobroczynski, Einsicht und Bekehrung. Ausgangspunkt der Fundamental-Theologie bei Bernard Lonergan , in Antonianum, 68/2-3 (1993) p. 405-407 .
Sumario en espaņol:

La obra que presentamos se propone bàsicamente dos objetivos:

  • recuperar la figura y el pensamiento de Lonergan en el contexto de la teologia «continental»;
  • investigar en ese pensamiento la posible existencia de una «teologia fun-damental» o «fundacional».

Esos objetivos son bastante ambiciosos: por una parte hay que admitir con el autor la escasa recepción que ha conocido la obra de B. Lonergan en Europa, y en particular en Alemania, en contraste con la gran importacia que adquiere en otros ambientes, sobre todo el continente norteamericano e Irlanda; elio no es mas que un sintonia del escaso nivel de diàlogo entre esos dos modos de hacer teologia: el europeo continental, cuyo centro es hoy sobre todo germànico, y el angloamericano. Por otra parte, deducir las grandes lineas de lo que podria ser una teologia fundamental, resulta complejo, por cuanto Lonergan no fue un «teo­logo fundamental», sino mas bien sistemàtico o dogmàtico, y por qué sus ideas no se adaptan al esquema ya bastante establecido de lo que debe ser una teologia su-cesora de la clàsica apologetica.

El intento del autor se realiza con gran destreza metodologica a partir de un anàlisis de las principales obras de Lonergan: Insight and Method in Theology; las partes en que se divide el libro trazan un proceso claro y preciso:

  • Una primera parte se dedica a dibujar de forma sintética la evolución de la disciplina «teología fundamental» y su estado actual, poniendo en evidencia la cuestión de la «pluralidad» de realizaciones de esa materia, o de sus orientacio­nes, una cuestión que debe ser afrontada si no quiere perderse el punto de vista orgánico de la disciplina.
  • Después de ofrecer una visión de la vida y obra de Lonergan, el autor pasa a la parte analítica: interesa sobre todo comprender los fundamentos episte­mológicos de esa teología, cuyo punto de partida es la difícilmente traducible no­ción de Insight, es decir, acto de comprensión o entendimiento, que se completa con el «juicio», o segundo elemento de la forma de conocer. El sujeto cognos-cente que así se delínea, encuentra en su capacidad de autoconsciencia, en su re-flexividad, el momento fundativo que se exige en toda metodología con pretensio­nes científicas. Ese sujeto que se afirma conociendo hace posible tanto la metafí­sica como la etica, y también la teología como disciplina teórica.
  • La parte sucesiva, que comprende los capítulos 5, 6 y 7, se dedica a la aplicación concreta del paradigma trazado al campo más propiamente de la teo­logía fundamental. Allí se postula la noción de conversión como el núcleo del que debe partir toda teología, conversión a la vez intelectual, moral y religiosa, que subraya de nuevo la importancia del sujeto y su experiencia como punto de par­tida. La otra aportación original es la noción de «diferenciación funcional» dentro de la teología, que conduce a una división de ocho especialidades; dos de ellas — dialéctica y fundamento — corresponderían a la antigua apologética, es decir a la nueva «teología fundamental».

Es imposible bajar a los detalles de un método bastante complejo y de gran altura especulativa, dentro de la mejor tradición académica. El autor ha logrado ofrecer una visión completa y bien organizada del pensamiento de Lonergan, y según nuestro parecer, la obra responde a los dos objetivos que se había mar­cado: realizar una recepción de Lonergan en el contexto de la teología centroeu-ropea, a partir de las preocupaciones que configuran la disciplina «teología fun­damental»; y mostrar la utilidad de los paradigmas lonerganianos para la resolu­ción de problemas concretos de esa disciplina: la fundación teórica de la misma en el mundo de la racionalidad científica, el intento de mediación entre el mundo de la cultura moderna y el lenguaje de la experiencia religiosa, la justificación del pluralismo teológico, y la vinculación fundamental entre sujeto creyente y teoría de la fe, entre la dimensión práctica y la intelectual. Por otra parte, el paradigma lonerganiano aporta una nueva versión de la teología trascendental, mostrando así la riqueza y fecundidad de ese método.

La lectura de este libro nos ha ayudado a comprender la intención y signifi­cado de la obra de Lonergan, su actualidad y su posible rendimiento en el campo apologético y epistemológico. Descubrimos la posibilidad de recoger la herencia de la teología tomista con gran dignidad, el vigor de un esfuerzo especulativo siempre necesario en la Iglesia y la capacidad de observación y organización que se precisan para que la teología contemporánea no se convierta en un ejercicio dispersivo.

Sólo echamos de menos un ejercicio de confrontación crítica del pensamiento de Lonergan con el de otros autores contemporáneos. Pensamos que no son sufi­cientes las páginas, más bien introductivas, dedicadas a la discusión con Rahner y Coreth (pp. 80-89), ni la referencia a la crítica de D. Tracy (Pp. 312-314). Convendría un ejercicio más orgánico que ayudara a situar la aportación de Lonergan en el conjunto de la teología contemporánea, y mostrara, junto a sus innegables mé­ritos, sus inevitables limitaciones. G. Dobroczynski reclama, al final de su libro, la necesidad de prolongar el estudio sobre Lonergan, en el sentido apuntado de establecer un diálogo constructivo con las demás corrientes de la teología funda­mental. Esperamos que esos proyectos se realicen para terminar con la lamenta­ble situación de mutuo desconocimiento entre las teologías europea-continental y anglo-americana.



 
 
 
 
 
 
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