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Recensione: N. Geagea O.C.D., Mana, Madre e decoro del Carmelo. La pietá mañana dei Car-melitani durante i primi tre secoli della loro storia

Reconociendo con grande honestidad intelectual que la piedad mariana de la Orden, en los siglos pasados, se apoyaba demasiado en el sentimentalismo y en la credulidad para aceptar como historia narraciones puramente legendarias, el autor se impone el deber de reexaminar con criterios de objetividad histórica la piedad mariana de la Orden del Carmelo en los siglos XIII-XV, los tres primeros de su historia real. Me resulta conmovente este su propósito, no obstante el temor de descubrir una zarza espinosa al puesto del romántico rosal de otros tiempos, pero con la satisfacción de que las florecitas que así se descubren entre tantas espinas son al menos auténticas (p.48).

Con este criterio de seriedad científica se desarrolla la obra fundamental­mente, con dos partes bien diferenciadas: una de carácter analítico, dedicada al examen de los autores y documentos en cuestión (pp. 111-438); y la otra, mucho más breve, de síntesis: exposición de los principios fundamentales sobre la vida religiosa del Carmelo y, en particular, sobre la devoción a María como pueden constatarse a lo largo de estos tres primeros siglos de la Orden, aclarando así el carisma genuino de la Orden (pp. 493-592). Entre ambas partes (pp. 439-492) se inserta una panorámica retrospectiva sobre las tres coordenadas que corren a lo largo de esta historia: el simbolismo del Monte Carmelo, la referencia tradicional al profeta Elias como a presunto fundador de la Orden o más bien como a «padre» ejemplar para la misma, y la proliferación de leyendas que, consideradas hoy sin valor histórico, descubren valores espirituales de grande interés religioso (a este respecto es significativa, en la p. 491 nota 31, la referencia a las «Florecillas de s. Francisco»).

La conclusión es lógica, en correspondencia al carácter sanamente crítico de la obra: entre otros detalles de precisión histórica, recuerda algunos puntos en que es necesario operar una «demitización» con respecto a algunas tradiciones de la Orden, y otros en que es posible y conveniente una labor más bien de «reani­mación» (pp. 607-613).

En correspondencia metodológica a este objetivo, todo el estudio se desar­rolla apoyándose en un abundante aparato documental, manejado con rigor y precisión. Así la obra se presenta con grande fiabilidad, y resulta interesante; la lectura, por otra parte, se hace fácil. La presencia de algunos errores de prensa no compromete generalmente la claridad (isolo en la p.40, al ver ensalzado un con­greso carmelita como «impotente», parece que uno lo debe entender más bien como «imponente»!).