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Datos sobre la publicación:
Recensione: MARINO DAMIATA, « Plenitudo potestatis » e « universitas civium » in Marsilio da Padova, Presentazione di M. Dal Pra

 
 
 
Foto Vazquez Janeiro Isaac , Recensione: MARINO DAMIATA, « Plenitudo potestatis » e « universitas civium » in Marsilio da Padova, Presentazione di M. Dal Pra , in Antonianum, 60/1 (1985) p. 201-203 .
Sumario en español:

A las relaciones entre pobreza evangélica y doctrinas jurídico-políticas en tres grandes pensadores de la primera mitad del siglo XIV, acaba de consagrar Marino Damiata cuatro volúmenes:   en el primero y segundo expone el pensamiento de G. de Ockham, en el tercero, el de M. de Padua, y, finalmente, en el cuarto, el de Alvaro Pelagio. Uno no sabe si admirar más al A. por su valentía en haber acometido un tema, que es en sí difícil, y al que varios especialistas habían dedicado ya no pocas energías, o por su febril dinamismo en plasmar el resultado de sus investigaciones en cuatro macizos volúmenes, en el breve período de solos seis años (1978-1984). De los volúmenes que nos llegaron para reseña, nos hemos ocupado ya del primero (cf. Antonianum 56 [1981] 255-58), y esperamos ocuparnos detenidamente del cuarto en fecha no lejana, Dios mediante; ahora presen­tamos el tercero.

Damiata articula el libro en once capítulos que, a su vez, distribuye en dos partes; en los cinco capítulos de la primera parte expone la actitud le Marsilio frente a la « plenitudo potestatis » del papa, actitud de rechazo total, basada en una exégesis especial de algunos textos del NT y en el análisis de algunos hechos históricos que, según el Patavino, provocaron a génesis y el desarrollo de la « plenitudo potestatis »; en los restantes capítulos, que constituyen la segunda parte, el A. presenta ampliamente el « progetto e proposta di una nuova costituzione politica » de la sociedad, según Marsilio.

Marsilio se muestra en la primera parte drásticamente explícito y I obsesivamente decidido en propugnar la abolición no sólo del excesivo poder, sino de toda clase de poder en los clérigos; en cambio, aparece indeciso, impreciso y hasta, a veces, contradictorio, cuando, en la segunda parte, trata de fijar, no cuestiones de detalle, sino elementos basilares de esa nueva sociedad por él soñada.

Esta oscuridad tal vez sea la razón de las encontradas opiniones que existen  aún  hoy  día  en  torno   a  conceptos  fundamentales  del sistema marsiliano. Damiata se enfrenta decididamente con los problemas, citando textos de Marsilio con profusión y sacando de ellos sus propias conclusio­nes  después  de barajar las conclusiones de los demás autores con un malabarismo conceptual y verbal extraordinario. Sus interpretaciones, sin embargo, dejan, a veces, la impresión de ser más decididas que fundadas. Comencemos  por  citar  un  caso.  Damiata  hace  decir  a  G.  de Lagarde que « il pensiero che vi si racchiude [in un brano di Marsilio] compan tale   quale  rúente  meno  che  nella  Summa   theologiae  di  san Tommaso d'Aquino »  (p.  156), cuando de Lagarde dice simplemente « on peut lire dans la Somme théologique de St. Thomas des considerations analogues'(cit. ibid.).

Exonerar a Marsilio de la nota de « incrédulo » e « irreligioso» parece ser la preocupación consciente y constante de Damiata (y es, sin duda, la mayor novedad de  su libro). Damiata  escribe:   «riconosciamo che egíi [Marsilio] fin dalla I dictio emette una professione di fede, che persinc il   de  Lagarde...  giudica  ortodossa»   (p.   33);   «notiamo  che il dissenso [di Marsilio] sulle veritá di fede ci sembra tutto sommato menonettoe esteso di quanto usualmente non pochi ricercatori affermano... Diamone qualche esempio, principiando dal suo pensiero riguardo alie indúltenle.

Análogamente si dica delle crociate ... Anche riguardo ai pellegrinaggi...

In  complesso non lontana  dalla tradizione  resta  anche la sua tesi sul celibato dei sacerdoti [los siete últimos subrayados son míos] » (pp. 34-3:1« cristiano convinto »  (p. 37).  « E' di nuovo lo sdegno del cristiano che vede compromessa la salvezza eterna delle anime, il motivo che lo spinge a scagliarsi... » (ib.). « A guardar bene, del cristianesimo Marsilio combatte non il sistema di fede, ma certe concezioni politiche (pp. 33-34); «mentre Marsilio non esita a negare il primato pontificio» (p. 279); « Marsilio... va oltre il  segno,  negando  in  definitiva  al  sacerdote  giurisdizione vera e propria nell'ambito stesso della vita spirituale...; il sacerdote in realtá né scioglie né lega... Tutto sommato comunque, il sacerdote nell' amministrare il sacramento della Penitenza più che un giudice che con la sua sentenza spalanca o chiude alie anime le porte del cielo, deve stimarsi un modesto portiere, che lascia entrare o respinge a parere del giudice supremo ed unico: Cristo » (pp. 46-48);  « Marsilio dopo aver abbassato il sacerdote a semplice  maestro   di   vita   spirituale   ed   avergli   rifiutato   un   autentico potere anche nel campo dello spirito, attacca ora la gerarchia ecclesiastica (p. 48); « [Marsilio rivolge] veementi e frequenti critíche... agli ecclesiastici, soprattutto per quel che concerne la loro invadenza nella sfera política [subrayado mío] (p. 33); « Marsilio da incarico al principans [= cittadino eletto dalla universitas civium (p. 187)] di scegliere i candidati al sacerdozio, di autorizzare   la   loro   consacrazione,   di   fissarne  il  numero,   di assegnare o togliere i benefici, ecc. » (p. 285). « Una lettura dunque non inificiata da pre-giudizi...  senté Marsilio condividere  le  credenze basilari della Chiesa... Malgrado tutto dunque egli resta legato alia Chiesa e alia Bibbia, la cui parola per lui, come per ogni credente, ha valore assoluto e diviene metro di veritá » (p. 33).

En uno de los dos Apéndices, Damiata establece un útil parangón entre Guillermo de Ockham y Marsilio Patavino. Aunque ambos estaban igualmente empeñados en demoler la «plenitudo potestatis » pontificia y eclesiástica, hay entre ellos una gran diferencia: la que media entre un teólogo de profesión y hombre de Iglesia, como era el franciscano inglés, I uno que no era ni lo uno ni lo otro, sino que era un simple médico, esperemos que bueno, como el Patavino; diferencia que, en forma de principio universal, enunciaba Pedro López de Ayala (-j- 1407), cuando escribía:

«Séneca diz: "Las artes avrién buena ventura si los que las bien saben las toviesen en cura'; ca nunca bien disputan en la Santa Escriptura ferrero, carpintero, alfayate  de costura »

(Libro rimado de Palagio [Madrid 1978] c. 292)

 


 



 
 
 
 
 
 
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