Recio Alejandro ,
Recensione: ISIDORO RODRÍGUEZ-ALFONSO ORTEGA, Obras completas de Aurelio Prudencio,
in
Antonianum, 58/2-3 (1983) p. 494-497
.
Sumario en español:
Con gran satisfacción ha recibido el público intelectual español y extranjero los escritos del poeta cristiano hispano-romano comentados y traducidos por los dos mencionados catedráticos de la Universidad Pontificia de Salamanca. Al primero de ellos se debe la introducción a la obra prudenciana, en la que el autor condensa, con sentido histórico y conocimiento crítico y lingüístico, parte de su ya clásico estudio sobre Prudencio. Me refiero a su libro « Poeta Christianus », publicado en alemán en 1936 y que, traducido el 1981 en español, ha merecido ser editado por la mencionada Universidad en su colección « Bibliotheca Salmanticensis »-Estudios 40. La versión en lengua española de la obra poética ha sido hecha con lenguaje preciso, ágil y rigurosamente fiel por el profesor A. Ortega. Ambos nos presentan los versos prudencianos siguiendo los textos latinos, salvo en raros casos, de M. P. Cunningham, Aurelii Pru-dentii Ctementis Carmina, vol. 126 del Corpus Christianorum, series latina (Turnhout 1966).
En la presente publicación bilingüe viene puesto al día el aparato bibliográfico y la introducción general y se nos ofrece una traducción, podemos decir, completamente transformada y vitalizada. No se trata, pues, de una segunda edición de la que en 1950 publicó la misma editorial católica. Son nuevas las introduciones no sólo a cada una de las obras de Prudencio sino también a cada uno de los himnos del libro del «Ca-themerinon » y del « Peristephanon ». Se imponía, ante el resurgir de los estudios prudencianos de estos últimos tiempos, una revisión total de sus escritos. Así lo vieron los dos autores y competentes filólogos que ahora nos los presentan con nuevo y engalanado lenguaje. Ahora sí que pueden comprender mucho mejor los que no conocen el latín poético del vate ibérico los varios aspectos de su obra literaria. Su pensamiento histórico, teológico, apologético, su sentido eclesial, litúrgico y didáctico y su fino sentimiento hagiográfico martirial.
La bibliografía modernamente se ha enriquecido en torno a los escritos de Prudencio, como lo demuestra el elenco bibliográfico que nos ofrece la obra que comentamos, y que, a mero título de información, podemos acrecentar, dado que al autor no le ha sido posible materialmente recoger toda ella. Además de algunos ensayos sobre la cristología prudenciana y sobre la «Apotheosis », se nos permita señalar algunos de los trabajos últimamente aparecidos en diferentes lenguas.
Hace poco presentamos en la « Riv. di Arch. Crist. », 57 (1980) 347-351, el libro de R. Pillinger: Die Tituli Historiarum oder das sogenannte Dit-tochaeon des Prudentius (Wien 1980). Recordamos que otros grandes estudiosos, como Argenio ha publicado un breve trabajo sobre « Le prefa-zioni ai due libri del "Contra Symmachum" » en la « Riv. Studi Classici », 21 (1973) 17-28; R. Pella nos ha dado la traducción en italiano de la « Ha-martigenia», con una introducción y comentario en el vol. 26 de la «Biblioteca di studi antichi » (Pisa 1981). En cuanto se refiere a otros conocidos autores que últimamente se han ocupado de Prudencio cito a Ch. Gnilka con su artículo « Die Natursymbolik in den Tagesliedern des Prudentius », publicado en « Pietas » — miscelánea de Bernhard Kótting — que forma el vol. 8 de la colección del JAC, Münster Westfalen (1980) 411-446. Además L. Dópp, en la revista JAC, 23 (1980) 65-81, estudia al poeta «Prudentius Gedicht gegen Symmachum. Anlab und Struktur», y el fecundo escritor prudenciano, K. Thraede, nos ha ofrecido recientemente el trabajo: «Auferstechung der Tode in Hymnus ante cibum des Prudentius » en «Jerseitsvorstellungen in Antike und Christentum » (Münster Westfalen 1982) 68-79.
Las Obras completas de Prudencio, tal como hoy nos las presenta la prestigiosa editorial católica, vienen también a enriquecer la abundante bibliografía española sobre el poeta calagurritano. Esperamos seguirán siendo fuente de inspiración para otros nuevos estudios de carácter literario, histórico e iconográfico martirial. Sobre este último aspecto recordamos que el himno III del «Peristephanon» dedicado a Santa Eulalia de Mérida — para el poeta no existió otra mártir hispana con tal nombre — y otro de época visigoda a la misma me sirvieron para interpretar una escena martirial impresa en un ladrillo de Lebrija (Sevilla). Para ello puede verse nuestro estudio, « Probable representación martirial de Santa Eulalia de Mérida en la plástica visigoda», aparecido en la Miscellanea Amato Pietro Frutaz (Roma 1978) 77-96 y Revista de Estudios Extremeños, 35 (1979) 539-561.
Sin salimos del campo de la iconografía en la que ciertamente influyó después la poesía prudenciana, permítaseme indicar algunos de sus textos — no los del « Dittochaeum » o los que describen el martirio de Casiano y de Hipólito del « Peristephanon », IX y XI respectivamente — sino los dedicados en este último libro (XII, vv. 31-36 y vv 37-44). En los primeros versos ciertamente Prudencio, describiendo la basílica constantiniana del Vaticano, hace alusión a la ingente obra monumental hidráulica realizada por Dámaso y el levita Mercurio « ad Fontes S. Petri » (A. Ferrua, Epigram-mata Damasiana (C. del Vaticano 1942) 3, pp. 88-93. Igualmente se refiere Prudencio al baptisterio que el mismo pontífice hispano hizo en el lado derecho del transepto de la misma basílica, aprovechando el agua del venero vaticano, y a la decoración musiva, mejor que pictórica de la cúpula — tal vez baldaquino — que lo cubría. Del carmen damasiano (Ferrua, Epigrammata, 4, pp. 93-94), hoy perdido, poco es lo que se deduce de su ornamentación marmórea e iconográfica, pero de los versos citados en segundo lugar, se trasluce claramente — usando el lenguaje pruden-ciano — la temática bucólica que lo decoraba y que en sus aguas cristalinas se reflejaba. El tema bucólico del Pastor, de carácter cementerial, pasó a decorar — a veces con cuatro escenas — los baptisterios paleocristianos. Para nosotros el « Pastor oues alit ipse illic gelidi rogore fontis », mejor que referirse al obispo de Roma o al « Petrus-Pastor » — con tal título era el apóstol venerado en Roma entonces — lo aplicamos a la dulce figura simbólica de «Christus-Pastor», temática también de tipo cristológico.
Siempre dentro del campo bautismal y del crisma de la confirmación, a los que Prudencio hace varias alusiones, quiero recordar que en el «Contra Symmacum», I, 583-586, nuestro poeta se refiere al conjunto monumental del entorno a la basílica del Laterano, hablándonos del Baptisterio y consignatorio constantinianos que él visitaría, y no del de Sixto III (432-440) y el Oratorio de la Santa Cruz del papa Hílaro (461-468).
Pero volvamos a la elegante y sonora traducción que de las obras del vate ibérico nos ha dado el p. A. Ortega, sensible crítico y conocedor del verso griego y latino. Citamos como muestra algunos versos castellanos que rezuman, en clásica dicción, el pensamiento prudenciano. Sea el primero el referente al bautismo, ya que de él hemos tratado (Cathemerinon, 2, vv. 61-64): « Durare nos tale iube / quales remotis sordibus / nitere pridem iusseras / Iordane tinctos ilumine» / = «Ordena que sigamos siendo tales / cuales, quitadas nuestras manchas, / mandaste otrora que brilláramos / en el torrente de Jordán bañados » /. Y en el mismo libro (vv. 169-172), el himno dedicado a los funerales de un difunto, lo conclye así el poeta despidiendo al cadáver y a los fríos mármoles del sarcófago e inscripción sepulcral: « Nos tecta fouebimus ossa / uiolis et fronde frequenti / titulumque et frígida saxa / liquido spargemus odore » / = « Nosotros de abundante fronda y de violetas / los huesos soterrados cubriremos / y la incripción y aquellas frías piedras / con líquido perfume rociaremos » /. En otra métrica del poeta el traductor reviste su versión con el vocablo preciso de carácter didáctico, mitológico, alegórico, descriptivo y martirial. No damos ningún ejemplo por no alargarnos; pero sí quiero cerrar estas muestras de exacta y sonora versión del texto prudenciano con los versos del himno primero del «Cathemerinon » (vv. 13-16) dedicado a la hora del canto del gallo. «La voz esa del gallo que a las aves / paradas sobre el mismo techo aviva / momentos antes de que apunte la alborada, / de nuestro juez es símbolo y figura » /.
Al final del libro siguen cuatro índices — bíblico, de imitación literaria, onomástico y de materias — abundantemente enriquecidos, referentes a los textos prudencianos, introducciones y comentarios.
Damos nuestro parabién sincero a la BAC que tan oportunamente nos ha vuelto a distribuir a los parlantes de lengua hispana «el pan de nuestra cultura cristiana » de Prudencio. La animamos a que promueva una obra similar con los « carmina damasiana » del primer papa hispano, Dámaso (366-384), en vísperas de celebrar el XVI centenario de su muerte. Felicitamos igualmente a los dos expertos lingüistas que nos han regalado el rico tesoro literario prudenciano, invitándoles también a hacer lo mismo con los escritos damasianos.
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