Manzano Isidoro ,
Recensione: TRESMONTANT CL, Ciencias del Universo y problemas metafisicos,
in
Antonianum, 56/1 (1981) p. 249-250
.
Sumario en espaņol: El autor, ya conocido por otros escritos, quiere corregir sendos defectos que se dan entre los cultivadores de la Filosofía, por una parte y, por otra, entre los cultivadores de las Ciencias. Estos defectos son los siguientes: El científico se interesa por la solución científica de la realidad y le parece que con esta solución se ha dicho ya todo en torno a la realidad. Contra ellos, Tresmontant trata de mostrar que el tratamiento exclusivo reductivo de las Ciencias dejan muchos problemas graves sin solucionar. Frente a esta posición de los científicos y en paralelismo con ellos, muchos filósofos de la actualidad creen que pueden hacer filosofía, despreocupándose de lo que dicen las Ciencias sobre la realidad. En el fondo, ei quehacer filosófico se ha convertido, en estos filósofos, en una cuestión meramente privada y sujetiva: cada uno debe dar sentido a su vida y este sentido es válido para el individuo en concreto y como razón privada. El autor quiere corregir esta doble actitud mostrando a los científicos que hay problemas reales, después de su solución científica y mostrando a los Filósofos que estos problemas reales que la realidad plantea son, también, de la incumbencia de la Filosofía.
Con este pensamiento de base, el autor va mostrando los problemas filosóficos reales repasando todos los dominios principales de las Ciencias naturales. Concretamente, los problemas que plantea el origen, la evolución y fin del mundo (cap. I). El problema implicado en la existencia de las partículas de la microfísica, su naturaleza etc (cap. II). El capítulo siguiente (el tercero) aborda los problemas implicados en la consideración del ente viviente, qué es, su origen, su evolución. El problema del hombre en cuanto ente naturali lo trata en el capítulo IV. En el capítulo siguiente (el V) aborda el problema de las relaciones entre una Filosofía sobre la realidad y una Teología, también, sobre lo real en cuanto en ella se inscribe un designio de Dios. El capítulo VI está dedicado a problemas epistemológicos. En concreto, saca las consecuencias de los capítulos antecedentes para mostrar lo infundado de las dos posiciones antes reseñadas. El capítulo VII trata de los problemas filosóficos implicados en la causalidad y el VIII del problema del mal.
El empeño del autor es noble y correcto, sin duda. Pero los problemas deberían ser tratados con mayor conocimientos de causas. De lo contrario, es un trabajo inútil y no lleva a una discusión provechosa.
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