Vazquez Janeiro Isaac ,
Recensione. Historia de la Iglesia en España, dirigida por Ricardo García-Villoslada. I: La Iglesia en la España romana y visigoda. IV: La Iglesia en la España de los siglos XVII y XVIII. V: La Iglesia en la España contemporánea .,
in
Antonianum, 55/3 (1980) p. 530-533
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Sumario en español: Escribir una Historia eclesiástica de España fue un sueño acariciado por muchos ingenios españoles desde el siglo XVI en adelante. Pero todavía en pleno siglo XVIII, más de un erudito se lamentaba de que « nullam esse Ecclesiae Hispaniensis Historiam, quae fluens ab exordio rerum ad haec témpora perveniat »; el siglo XIX nos dejó dos Historias, la Historia eclesiástica de España (2a ed. Madrid 1873-75, 6 tomos) de V. de la Fuente, y la Kirchengeschichte von Spanien (Ratisbona 1862-79, 5 volúmenes) de P.B. Gams, las cuales, efectivamente, narraban las vicisitudes de la Iglesia española desde los orígenes hasta el siglo XIX. Pero si en estas dos Historias y en algunas otras de menor relieve los eruditos de los siglos pasados podían ver colmados sus deseos de tener una visión global de la Iglesia española, los historiadores de la hora actual no podían ver en ellas la Historia integral y científica que las exigencias modernas pedían.
Por eso no dudo de que el año 1979 será escrito con piedra blanca en los anales de la historiografía eclesiástica española por ser el año en que comenzó a salir a la luz la Historia de la Iglesia en España, que ahora presento. « Es ésta la primera vez que se emprende la Historia de la Iglesia en España por un equipo de historiadores » (I, p. XIX). En esta frase, con que el P. R. García-Villoslada abre su « preludio historiográfico », se alude, a mi modo de ver, a varios récords de prioridad: la primera vez que se escribe la Historia total de veinte siglos de Iglesia en España; la primera vez que se analizan y se incorporan a la Historia fuentes de información no conocidas anteriormente; la primera vez, en fin, que la Historia de la Iglesia en España se hace en colaboración, y no por trabajadores solitarios como sucedió hasta ahora.
Una obra de estas proporciones, programada en cinco gruesos volúmenes (de los que han aparecido tres en un solo año, y los otros dos están ya en prensa) no hubiera sido posible sin la feliz conjunción de tres elementos-clave: una Editorial, un director, un equipo. Plácemes y gratitud merece ciertamente esa Institución, de todos conocida y admirada, que es la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), la cual lanzó y sostuvo eficazmente la iniciativa, amén de publicar la obra con la nitidez a que nos tiene ya acostumbrados. La dirección científica corrió a cargo de un ilustre profesor, el P. Villoslada, artista del verbo, maestro del dato y del método históricos, hombre dotado de amplio espíritu no menos que de franqueza navarra. Y puesto que el protagonismo de la historia — y de la historiografía — no se entiende hoy ser obra de solos « héroes» aislados, he aquí el tercer elemento constitutivo y característico de esta Historia escrita en pleno siglo XX: el grupo de colaboradores; trátase de unos cuarentas de historiadores especializados, sacerdotes, religiosos y laicos, procedentes de diversas extracciones universitarias, aunque un buen porcentaje (exactamente, el 50% en estos tres volúmenes) proviene — provenimos — de la Facultad de Historia Eclesiástica de la Gregoriana.
Las 2.553 páginas de estos tres volúmenes cubren doce siglos de historia de la Iglesia en España: los ocho primeros y los cuatro últimos. Ko pretendo — ni podría en los límites de una reseña — ofrecer un resumen de estos densos volúmenes. El simple elenco de temas — avalados con las firmas de sus respectivos autores — bastará para poner de relieve el interés del contenido.
El Vol. I, sobre la España romana y visigoda, se abre con una escla-recedora Introducción general por el P. Villoslada, y con una amplia Nota bibliográfica de Villoslada y V. Cárcel Ortí. La parte de león del Vol. — y también, tal vez, de toda la Historia — corresponde a M. Soto-mayor, autor único de las 400 pp. consagradas a la Iglesia en la España romana; T. González, en las 327 siguientes, se ocupa de la Iglesia desde la conversión de Recadero hasta la invasión árabe; P. López de Osaba completa la trilogía de colaboradores de este primer Vol. con un brevísimo estudio sobre el « arte visigótico español».
Con el Vol. IV saltamos a la época postridentina, que comprende los siglos XVII y XVIII: período caracterizado por fenómenos tan complejos e interesantes como son el nacionalismo, la Reforma católica en sus últimos destellos, la Contrarreforma, el Barroco, la Ilustración, y una Iglesia fuertemente enraizada en las realidades de su tiempo. La complejidad temática explica, en parte, la arquitectura del Vol., hecha a base de los bloques historiográficos allegados nada menos que por diez colaboradores. Oportuno e ilustrativo es el estudio con que se abre la primera parte, de A. Domínguez Ortiz, sobre los presupuestos socio-económicos de la vida eclesiástica en estos dos siglos. Otros dos capítulos abordan otro tema fundamental: el del regalismo y las relaciones Iglesia-Estado, tratado, para el siglo XVII, por el mismo Domínguez Ortiz, y, para el XVIII, por T. Egido. No obstante la dualidad de autores, aparece clara la continuidad de pensamiento y de acción que existe entre los dos rega-lismos, el de los últimos Austrias y el de los Borbones, contrariamente a lo que afirmaba la antigua historiografía.
La segunda parte del Vol., con criterio necesariamente selectivo, está consagrada a las « actividades apostólicas e intelectuales de la Iglesia». En este sentido, hay que comenzar por mencionar el estudio de F. Martín Hernández sobre la formación del clero en estos dos siglos. R. Benítez Sánchez-Blanco y E. Ciscar Pallares ilustran, como ejemplo de actividad apostólica, el intento de conversión de los moriscos, que terminaron por ser expulsados. J. Pérez Villanueva y J.I. Tellechea se detienen respectivamente ante dos casos típicos de la religiosidad del XVII: el de sor María de Agreda a través de su epistolario con Felipe IV, y el del discutido Miguel de Molinos. R. Ma de Hornedo acomete el sugestivo tema de la actitud de la Iglesia frente al teatro. A propósito de las ciencias eclesiásticas desde Trento hasta finales del siglo XVII, I. Vázquez expone las controversias escriturísticas, la involución que supuso la vuelta a la Escolástica, las controversias de auxiliis, la actitud española frente al jansenismo doctrinal e histórico, y, finalmente, las controversias mariológicas y morales. El problema de la religiosidad, de la cultura y de las reformas, en el siglo de la Ilustración, es objeto de un extenso tratado, debido a A. Mestre Sanchis. Como remate del Vol. IV, hay que indicar una nueva colaboración de T. Egido sobre la expulsión de los jesuítas.
El Vol. V comprende la historia de la Iglesia desde 1803 hasta 1975. Hay que decir con agrado que los siete colaboradores han logrado imponer orden y método en los exuberantes y hasta contradictorios siglos XIX y XX. Cuatro de ellos trazan la historia por orden rigurosamente cronológico: 1803-33 (M. Revuelta González), 1833-68, 1868-74 (V. Cárcel Ortí), 1875-1931 (J. M. Cuenca Toribio), 1931-39 (V. Cárcel Ortí), 1939-75, en apéndice (J. L. Ortega). Los otros tres abordan otros tantos temas sistemáticos: espiritualidad y apostolado (B. Jiménez Duque), los católicos y la cultura (C. Valverde) y la Iglesia y la cuestión social (R. Ma Sanz de Diego).
La obra mantiene un estilo ágil en la forma, acomodándose a un público general culto, y responde, por otra parte, a las exigencias del rigor científico. El que cada tema haya sido tratado por un especialista ha permitido no sólo añadir cosas nuevas, sino también depurar, con la lima de una sana crítica, inveterados prejuicios; cosa ésta, a mi modo de ver, muy importante, habida cuenta de la pátina de tópicos de variado matiz que los tiempos y los hombres han venido acumulando sobre los muros seculares de la historia eclesiástica española. Una obra en equipo está expuesta también a ciertos riesgos, como pueden ser repeticiones, falta de uniformidad, de proporcionalidad, sustantivación de ciertos temas adjetivos, y viceversa. Todos y cada uno de los autores de esta Historia serán los primeros, sin duda, en sentirse culpables de algún que otro de estos «peccata minuta ».
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