Los americanistas están doblemente de fiesta: por contar, de nuevo entre ellos, a Pedro Borges, y por este libro con que él, retornando, les obsequia. Con veinticinco años de servicio activo, el Dr. Borges es uno de los grandes especialistas de las rutas y de los hombres de la epopeya misional americana. Además de otros estudios básicos, los «Métodos misionales en la cristianización de América » (1960), revelaron ya entonces su dominio de la documentación, su grande capacidad de análisis y de síntesis, su irresistible talento crítico y, en fin, su amplia visión de los problemas históricos. Cualidades que este nuevo volumen no hace sino confirmar y poner más de relieve.
Es un lugar común que la evangelización y culturización de América fue obra realizada por los misioneros enviados, aunque no exclusivamente, desde España; este envío se hacía en forma de expediciones; hay estudios sobre expediciones individuales y se conocen hasta numéricamente los individuos que integraron las expediciones relativas a algún periodo, como, por ejemplo, las del siglo XVI, estudiadas pacientemente por J. Castro Seoane. Faltaba, en cambio, un estudio sistemático y científico del proceso que tenía lugar con motivo del envío de misioneros a América. Este estudio es el que nos ofrece ahora el Dr. Borges Moran.
Este proceso de reclutamiento y de expedición de personal misionero a América parece sencillo y uniforme a primera vista, pero en realidad era harto complejo y fue evolucionando durante los tres siglos largos en que se mantuvo en vigor. El A. estudia este proceso en todo su complejo dinamismo y a lo largo de su evolución cronológica durante la época española, que abarca desde 1493 hasta la emancipación de las naciones americanas en el siglo XIX.
Tras el prólogo y una nutrida enumeración de archivos y bibliotecas, fuentes manuscritas, fuentes impresas y estudios (pp. 13-32), el A., a lo largo de trece densos capítulos, expone las causas del envío, los promotores de la aportación misional, la solicitud y otorgamiento oficial de las expediciones, los sistemas y recursos del reclutamiento, los factores favorables y desfavorables del alistamiento, los requisitos de la idoneidad, la selección y aprobación de los expedicionarios, los lentos y pesados compases de espera en los puertos de embarque, los preparativos para la travesía, la configuración definitiva de las expediciones y las últimas peripecias del viaje rumbo a América. Sobremanera interesante nos parece el capítulo XII en que el A., por primera vez, ofrece las listas de las expediciones que salieron para América, año per año, desde 1493 a 1822, y de los misioneros de cada expedición, especificando para cada caso su profesión (sacerdote, estudiante, hermano lego, criado), su pertenencia religiosa y su destino en América. Total de expediciones: 1.068; total mínimo de expedicionarios: 15.097; por diversas razones plausibles, Borges admite que el número total de misioneros habrá que aumentarlo aproximadamente de un medio millar. La cifra de 15.097 misioneros se reparte de una manera sorprendentemente desproporcionada entre las diversas Ordenes religiosas; brindamos al lector los porcentajes de expediciones (primera cifra) y de expedicionarios (segunda cifra) para cada Orden: OFM 55'89 55'91; SJ 13*95 21*12; OP 12*07 12*16; OFMCap. 9*55 5*31; OdeM 4*30 2*57; OSA 3*46 2*51; OCD 0*37 0*26; Varias 0*37 0*13.
La historia de América se ha hecho muy a menudo a base de ditirambos o de detracciones. El Dr. Borges hace aquí historia de otra manera: con datos, con números y con sentido.